MORENA ¡Despierta! No arruines todo lo ganado por intereses mezquinos
Al final, la militancia en Morena alcanzó la meta que se había fijado después del triunfo abrumador conseguido en las elecciones presidenciales del 2018.
Arruinar al partido por intereses mezquinos de grupos opositores entre sí, fue la política interna que siguieron, una vez que se consiguió llevar a la presidencia del país, al artífice del proyecto de transformación nacional.
López Obrador ha demostrado en la práctica que el discurso democrático que manejó en campaña, no era letra muerta, sino convicción personal. La dirigencia y militancia de Morena por el contrario, enseñaron el cobre de inmediato. Las distintas corrientes al interior del partido se enfrentaron públicamente, intentando lograr una superioridad de una sobre otras.
A los millones de simpatizantes de Morena y del Proyecto de Cuarta Transformación, se nos dijo desde el principio de esta lucha intestina, que la causa de todos los problemas atestiguados, era la entonces presidenta del partido. Yeidckol Polevnsky apareció como la figura negra que pretendía perpetuarse en el cargo, sin dar oportunidad a otras corrientes para participar en la vida interna de la organización
política.
Esto pudo tener parte de razón, puesto que Yeidckol formó su grupo incondicional durante el tiempo en que ocupó el máximo cargo dentro del partido. Pero lo que se decía sobre ella, constituía solo una parte de la verdad que se vivía dentro de Morena.
Polevnsky sale de la presidencia del partido y nada cambia. Se vive la misma lucha interna de siempre. No hay apoyo desde Morena a las políticas transformadoras que impulsa el gobierno federal. La formación de nuevos cuadros políticos no avanza, o son viejos cuadros los que toman los cursos de formación.
Morena, siendo el partido que lleva al poder a López Obrador, se convierte en una fuerza política silenciosa. Sin propuestas nacidas verdaderamente de una dirigencia fuerte. Todo es debilidad dentro del partido y eso es apreciado por la gente.
Los intereses personales de algunos de los militantes mejor posicionados dentro del partido resulta evidente.
Hemos sido testigos del papel protagónico de Mario Delgado para alcanzar la dirigencia de Morena, a costa de cualquier tipo de acuerdo “apalabrado” con otras bancadas opositoras. La manera en que manejó en la Cámara de Diputados la selección de nuevos consejeros al INE, fue vergonzosa.
No llegaron a las quintetas finales los mejores candidatos. Aparecieron en ellas muchos personajes impresentables, como fueron los casos de la prima hermana de Ciro Murayama, Alma Eunice Rendón y de Karla Astrid Humphrey Jordán, exesposa de Roberto Gil Zuarth, exsecretario particular de Felipe Calderón, quien al final se quedó con uno de los cuatro puestos vacantes.
La dirigencia de transición encabezada por Alfonso Ramírez Cuéllar ha mostrado una debilidad escandalosa, e incluso, el presidente interino ha declarado en alguna ocasión, estar en contra de las medidas de austeridad impulsadas desde la presidencia del país.
López Obrador ha tenido que llamar la atención al respecto, indicando que el cuidado en el manejo del dinero del pueblo, no puede estar limitado.
El enfrentamiento entre las corrientes encabezadas por Yeidckol Polevnsky y Bertha Luján, lo único que ha dejado claro es que ninguna de estas dos dirigentes es mejor que la otra.
Morena ha quedado muy dañada a consecuencia de esta lucha fratricida que ha conducido al partido al momento que vive hoy en día.
Como no hay acuerdo interno que permita la obligada renovación de la dirigencia, el asunto llega al Tribunal Federal Electora, quien después de haber dado plazo perentorio para el cumplimiento de este requisito y vista la imposibilidad de que el partido tenga interés en hacerlo por voluntad propia, no obstante las oportunidades que ha tenido, decide que el INE de Lorenzo Córdova instrumente una consulta abierta de la que saldrá la nueva dirigencia.
Morena se puso sola en las manos de Lorenzo Córdova. No es la oposición la que que orilla al partido a esto. Son los propios errores de la militancia, los que ponen en manos de Lutero (Lorenzo) a la iglesia (Morena).
Y aún así no entienden. Siguen con su guerra interna, anhelando todos los involucrados conseguir un triunfo final, que les permita colocar a sus incondicionales, como candidatos a los cargos de elección popular en 2021.
Porque Morena va a arrasar, a pesar del grave problema que sufre, en las elecciones intermedias que están por iniciar.
Y aquí es donde debe haber una reflexión dentro del Partido, si es que en realidad están interesados en el futuro del país.
La fuerza de Morena no nace del esfuerzo de ese instituto político por posicionarse ante el electorado.
El poderoso impulso que disfrutarán en los próximos comicios, nace de la labor titánica del presidente López Obrador, de su incansable equipo de trabajo y de millones de mexicanos que a diario se parten la madre en la calle, en redes sociales, en cualquier espacio disponible, para dar fortaleza a este proceso transformador. Morena va a disfrutar las mieles de un esfuerzo nacional en el que no han estado comprometidos como debieran.
Millones de mexicanos son la palanca que mueve el cambio de régimen en el país y esa gente no espera cobrar un centavo, ocupar un puesto, o medrar con la campaña y el presupuesto disponible. Su único interés está en respaldar permanentemente al presidente López Obrador y contestar desde cada pequeña trinchera a los ataques ininterrumpidos que lanza la oposición en contra del proyecto de cambio.
Morena no ha cumplido hasta hoy como partido político de izquierda.
La consulta abierta que hoy impone la autoridad electoral, es el corolario natural a toda la sucesión de errores cometidos en el pasado.
No sabemos en este momento que decisión tome el partido al final. Ni en eso hay acuerdo interno.
Lo que sí le debe quedar claro a la militancia de Morena, es que la Cuarta Transformación no nació, ni va a morir en Morena.
Si algo ha reiterado en forma permanente el presidente López Obrador, es que es el pueblo el que impulsa los grandes cambios en cualquier país. Nos ha marcado una ruta clara para seguir adelante, con Morena, o sin Morena: ser una sociedad participativa. Un pueblo que exige y no mendiga.
Gente que opina y lucha de manera permanente, en defensa de la democracia recién conquistada.
Si Morena quiere reivindicarse y ocupar el lugar que le corresponde, debe acercarse a la gente, sin interés personal o de grupo. Al pueblo ya no se le engaña con facilidad. Hoy más que a Morena, ese pueblo apoya incondicionalmente al presidente López Obrador. A él le entrega toda su confianza.
Y si Morena no mejora de aquí a tres años, tendremos un cascarón de partido, sin perfiles políticos que defiendan el legado que dejará López Obrador.
Recuerden que “Con el pueblo, todo; sin el pueblo, nada”.
Estaremos pendientes de la forma en que resuelvan el problema que enfrentan en este momento.
Malthus Gamba