Marcha antiAMLO: El gran fracaso de Calderón y Fox
Por Miguel Angel Lizama
@Migueliz8
Si alguien sabe de MOVILIZACIÓN POPULAR en México es ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR, para rabia de muchos que se sienten líderes y grandes convocantes de multitudes que responden masivamente a su simple llamado, para sólo demostrar lastimosamente su carencia de seguidores naturales, espontáneos, no pagados, como han evidenciado los ex-presidentes Vicente Fox Quezada y Felipe Calderón Hinojosa. Sus tristes convocatorias sin pago alguno son para dar pena. Ni su dizque propio partido, supuestamente de gran mayoría, les hace eco. Sólo la Prensa aún pagada por el alto empresariado les dedica espacio a sus frustraciones.
En contraste, los llamamientos de Andrés Manuel (AMLO, para la mayoría) de inmediato se propagan por todo el país y la gente atiende sus convocatorias, sin que medie coacción o pago alguno. Así ha sido desde siempre que el tabasqueño aparece al frente de una reivindicación popular, puesto ahí por la misma gente.
Analizando su historia de vida, la clave de su éxito como dirigente está en SU CERCANÍA CON LA GENTE COMÚN, a diferencia de supuestos conductores de masas (todos los ex-presidentes) que confían en el dinero o canonjías que logran repartir como en pirámides, pues rara vez dejan sus cómodos despachos o espacios cerrados y de acceso controlado para reunir sólo grupos afines.
Nacido en una familia trabajadora de clase media (que Marx podría calificar de “pequeña burguesía”) AMLO empezó su verdadero aprendizaje popular en el INSTITUTO NACIONAL INDIGENISTA de Tabasco, donde su cotidianidad era el trato con las carencias de la gente más pobre, EL PUEBLO. Aunque no lo divulgue con profusión, eso lo introdujo a la esencia popular de la diversidad de México, país multicultural en toda su geografía.
Fuera de Lázaro Cárdenas que por su trabajo militar debió andar y vivir por diversos lugares de México, ninguno de los presidentes (particularmente de la era neoliberal) se asomó, ni por error, a los problemas de la gente común y corriente del país. Primero en sus casas, luego en sus colegios y universidades del extranjero, y posteriormente en sus amplias oficinas climatizadas, con coche a la puerta, permanecían lejos de la gente y sus expectativas. Nunca supieron lo que era sudar junto al pueblo, ni compartir un plato de frijoles con tortillas y chile con gente que apenas tiene para alimentar a su familia. Hasta los más fanáticos católicos de México ignoran en la práctica el ejemplo de Jesucristo, al que dicen adorar y seguir, quien recorría a pie grandes distancias junto a pescadores, labriegos, alfareros y gente común, a quienes les compartía su sabiduría y los alimentaba en cuerpo y espíritu.
Ni Salinas de Gortari, Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto anduvieron en escuelas públicas, codeándose con el vulgo. De la Madrid se ufanaba de las estrecheces que debió salvar su mamá en su viudez, pero borró de su biografía su formación en México, para centrarse en los estudios del extranjero. Zedillo se formó en una magnífica institución pública creada por el General Cárdenas (el Instituto Politécnico Nacional), pero no lo mencionaba como su Alma Mater y todo lo atribuía a las universidades de Estados Unidos donde lo becó Banxico.
Ninguno de ellos supo de la necesidad de arremangarse los pantalones para caminar entre charcos, como sabemos todos los nacidos en estados del Sureste, porque lo hemos vivido. Andrés Manuel sí lo hizo y hay hasta una foto donde se le ve con los pantalones remangados y sus zapatos en la mano. Anduvo, vivió y sudó como Pueblo. Por eso el pueblo lo tiene como uno de los suyos.
Cuando emprendió la primera caminata a la Ciudad de México (entonces Distrito Federal) en apoyo de petroleros tabasqueños, muchos de los cuales se hacían acompañar por sus mujeres e hijos, López Obrador convivió con las necesidades, carencias e ilusiones de todos los que lo pusieron a la cabeza de su marcha. AMLO asumió esa responsabilidad con entereza y rectitud. Y la gente que confiaba en él, lo reconoció y supo que no se había equivocado al elegirlo como dirigente.
Manuel Camacho Solís (enviado de Salinas de Gortari a negociar con él) no pudo “convencerlo” de levantar el plantón que hizo en el Zócalo, a pesar de los buenos ofrecimiento$ hechos en nombre del Presidente, y se dio cuenta de que frente a él tenía un líder en toda la extensión de la palabra, insobornable y firme en las exigencias de su gente (“cúmplannos las demandas y nos regresamos de inmediato”). Un hueso muy duro de roer, según reconoció Camacho Solís, el único en quien Salinas confiaba para manejar y resolver los problemas más difíciles, por encima de todos los políticos que tenía a su disposición. Sólo Camacho le resolvía las broncas que le surgían a Salinas, a pesar de todo el mal ambiente y animadversión que le creó el “alter ego” presidencial, José María Córdoba Montoya.
Al instalarse AMLO en el DF para apoyar a Cuauhtémoc Cárdenas en el manejo del PRD, desde la presidencia de ese partido creó las famosas “BRIGADAS DEL SOL”, compuestas por jovencitas y muchachos que andaban de casa en casa repartiendo volantes e invitando a votar por el hijo del General como Primer Jefe de Gobierno del DF. La respuesta de la gente se tradujo en una masiva votación que hizo del DF un bastión cardenista gracias a López Obrador. Eso causó que la tribu que se adueñó del aparato administrativo del PRD (Los Chuchos) creyera que a ellos se les daba toda facultad de decidir y disponer del partido, y se pusieron a negociar su “oposición” desde una falsa izquierda, más de retórica que de realidad. Por eso transaban acuerdos, como el Pacto por México con Peña Nieto, repartían lucrativos permisos para deshacer el interés popular, y en la elección de 2018 fueron literalmente barridos y revolcados por la realidad que los hizo girar completamente a una sumisión derechista, para no perder los privilegios ganados.
Igual les sucedió a Fox y Calderón. Creyéndose la falsa realidad que les dio el cargo y, especialmente, el Presupuesto ejercidos, sintieron que sus palabras seguían teniendo el mismo encanto que en su época los Medios se dedicaron a propagar como panacea para todo México.
Fox fue el primer torpe en emprender su cruzada contra “Lopitos”, como despectivamente trata a quien convirtió en su némesis personal imbatible. Ya sin el dinero a raudales de la Presidencia, se volvió un decrépito senil –y hasta mariguano, acusaron muchos por su insistencia en promover la cannabis– más digno de lástima que de atención. Sólo los reporteros y fotógrafos lo siguen y difunden, más por obligación laboral que por convicción personal. De liderazgo, CERO.
Calderón pretendió compartir su “popularidad” con su esposa Margarita, haciéndola primero “candidata independiente” a la Presidencia cuando el PAN lo puso en su lugar, y después como lideresa de otra ficción etílica convertida en partido político, para aprovechar la holgura brindada por los consejeros electorales que instaló en el INE. En ambos casos y pese a los apoyos en redes sociales de su parentela y antiguas empleadas, Calderón y Margarita se han convertido en guiñapos políticos de México, de tumbo en tumbo. De mover al pueblo, CERO.
López Obrador, el PRESIDENTE auténtico de LA MAYORÍA de mexicanos (no todos, claro, porque así es México), vuelve a demostrar UNA VEZ MÁS que EL PUEBLO LO PUSO AL FRENTE Y ESTÁ APOYÁNDOLO EN TODO Y CONTRA TODOS.
Si alguien sabe de MOVILIZACIÓN POPULAR es AMLO. Porque la ha vivido y la vive. Y se percibe a pesar de todo.