Hoy a las 9 de la mañana, por fin Emilio Lozoya compareció en su primera audiencia ante un juez federal en México, para enfrentar uno de los casos de corrupción de los que lo acusa la Fiscalía General de la República.
Se trata del asunto relacionado con la compra que PEMEX realizó en diciembre de 2013, de la planta de agronitrogenados a la empresa Altos Hornos de México, propiedad del señor Alonso Ancira, quien también se encuentra preso en España y en proceso de extradición a México.
Se trata de una planta de fertilizantes ubicada en Coatzacoalcos, Veracruz, que se adquirió en situación de chatarra con un sobreprecio de cientos de millones de dólares, de acuerdo con el avalúo practicado sobre este activo.
Adicionalmente Altos Hornos realizó una triangulación de fondos hacia una empresa fuera de México, que era propiedad de la hermana de Lozoya, quien también está imputada en el proceso por lavado de dinero.
En su primera audiencia Lozoya declaró que ha sido sistemáticamente intimidado, presionado e instrumentalizado, pero reiteró que colaborará con las autoridades mexicanas para denunciar y señalar a los autores de los hechos que se le imputan, reiterando su compromiso de colaboración con las autoridades del Estado mexicano.
También reiteró en su declaración que no es responsable, ni culpable de los hechos que se le imputan, y que lo demostrará en su momento.
Inmediatamente después de haber realizado sus declaraciones, varios medios de información incluyendo a medios alternativos, salieron al aire a especular con el hecho de que Lozoya se hubiese declarado inocente, y a inferir que esto podría implicar que el procesado se esté arrepintiendo de su compromiso de colaboración con las autoridades.
En primer lugar, hay que dejar muy claro que Lozoya reiteró y confirmó dicho compromiso de colaboración ante el juez.
En segundo lugar es necesario que todo mundo entienda la posición de un individuo procesado cuya intención es la de colaborar con la Fiscalía.
Si un procesado se declara culpable, la autoridad tiene la obligación de sentenciarlo como tal, y en este caso, pierde la oportunidad de negociar su colaboración con el Ministerio Público, a fin de que una posible condena por los delitos que se le imputan, sea reducida.
¿Quién en su sano juicio se declararía culpable para ser sentenciado conforme a los delitos que se le atribuyen, para después negociar una reducción de condena que ya resultaría legalmente imposible?
Por supuesto que Lozoya tiene que declararse inocente para estar en posición de negociar con la autoridad durante el transcurso del proceso, y eso es lo mismo que debemos esperar en la declaración que va a realizar el día de mañana, cuando se celebre otra audiencia. Que nadie se sorprenda.
El problema no es la declaración de este individuo, la cual es perfectamente congruente con su estrategia de colaboración negociando una reducción de pena, y a lo mejor, algunos otros beneficios para algunos de sus familiares que tuvo a bien embarrar en sus porquerías.
El problema es de manipulación de la información, generando especulaciones sin fundamento, que provocan desorientación en quienes la reciben de parte de los medios. El trabajo del periodista es buscar y comprobar la verdad, no especular con la información; eso es trabajo para los escritores de ciencia ficción, no para periodistas.
Pero por desgracia, hay periodistas que prefieren poner en práctica el contenido de la frase del escritor Aldous Huxley que dice:
“Una verdad sin interés, puede ser eclipsada por una falsedad emocionante.”