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Los ricos también marchan
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Los ricos también marchan

Por José García
@Josangasa3

Hace unos años las calles las tomaban los pobres, quienes luego de acudir a todas las instancias legales, decidían tomar las calles para ver si así las autoridades volteaban a verlos para resolver su conflicto. Ahora, son los ricos los que marchan en las avenidas, así el problema primero se ventila en las calles, y luego solicitan, por la vía adecuada, la solución a sus problemas.

Las razones de este cambio radical son obvias cuando unos protestan por la injusticia que les imponía la pobreza y otros por rescatar sus privilegios que consideraron patrimonio propio, como si viviéramos en una monarquía y no en una democracia.

Anteriormente las revoluciones se realizaban para tumbar a los dictadores que gobernaban en dinastías y oligarquías que eran unidas por auténticas dictaduras, ahora quienes se levantan son los conservadores para recuperar sus privilegios, quienes, nostálgicos del pasado, quieren derrocar a sangre y fuego al actual gobierno como en el caso de México, o como sucedió en Brasil, Perú, Bolivia, etc.

Actividades de la ultraderecha en México no niegan la posibilidad de incursionar en acciones violentas, ya sea de manera aislada, con incendios o asesinatos o bien con una revuelta organizada. Son capaces de eso y más.

Si retomamos lo que escribe Ignacio Ramonet en su más reciente libro La era del conspiracionismo. Trump, el culto a la mentira y el asalto al Capitolio, y consideramos que los mecanismos de la derecha no son diferentes en ninguna parte del mundo, menos aun los que identifican a la ultraderecha, vemos un peligro para México.
Este segmento radical de la derecha no es pasivo ni le gusta trabajar dentro de la ley, sus acciones son antidemocráticas en América Latina, en México las ansias violentas para recuperar lo expropiado está en espera de los resultados de la encuesta del partido en el poder. Ellos tienen la esperanza en uno de ellos para negociar la sobrevivencia de algunos grupos cuyos intereses ven amenazados desde diciembre de 2018.

Se sabe que a la oposición no le alcanzan los números para ganar las elecciones, pero tampoco puede desperdiciar la oportunidad de dialogar antes que ir más allá del discurso agresivo e incursionar en las acciones violentas. Es decir, esto abre un espacio a la conspiración de la que habla Ramonet en su más reciente texto, donde comenta:
“Sin embargo, existe un enorme desequilibrio y la cuestión es cómo funcionan las redes. Las redes son un elemento de libertad, funcionan. Como tú lo dices, transmiten más sentimientos y emociones que información. Sirven para comunicar, no para informar. Crean un sentimiento de pertenencia. Como cuando estamos en un estadio y apoyamos a nuestro equipo. Hoy en día lo que es dominante es que mucha gente prefiere creer y no saber, tener fe en un líder o una lideresa. Eso pasó con la gente que asaltó el Capitolio”.
Los medios convencionales en México, como en el resto de América Latina, están al servicio de la derecha, forman parte de ella, es el último reducto de su sobrevivencia, así pueden crear una guerra en lugar enfrentamientos; polarización en lugar de debatir; difundir mentiras en lugar de verdades.

Las redes sociales en México han dejado de ser una alternativa para la información, se vuelven una continuación, una extensión de las consignas de derecha en la mayoría de los casos, porque siguen manejadas por un grupo minoritario que tienen intereses similares. México es el segundo país en usuario de twitter, con 17.2 millones de personas. Es decir, el 13 por ciento de la población. Los usuarios de Facebook apenas llegan a los 23 millones, equivalente al 16 por ciento.

La conspiración es una amenaza latente en México, de la ultraderecha depende la tranquilidad social de México, y la ultraderecha espera que no haya continuidad estricta y rígida del gobierno de Morena respecto del anterior, sólo de esa manera podría detener sus acciones violentas.

Si el próximo sexenio profundiza en las acciones del actual gobierno y no se da un golpe de timón hacia el centro, la ultraderecha puede iniciar su camino violento para volver al pasado. Este tiempo de espera es también un repliegue político y un periodo para la preparación de la agresión a la paz social en México.
Los poderes fácticos entrenan la destrucción de la paz social en el país, sólo esperan un líder que guíe sus batallas y mientras esperan que surja el candidato a la Presidencia buscan también el comandante para que sus fuerzas emprendan la ofensiva violenta de una conspiración.

👉🏻Las opiniones vertidas en este espacio son responsabilidad de quién las emite y no necesariamente representan el punto de vista de SinLíneaMx.

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