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Los reflejos de la ultraderecha en Francia
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Los reflejos de la ultraderecha en Francia

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Por Miguel Alejandro Rivera

El fin de semana, Francia fue, otra vez, el escenario de multitudinarias protestas en contra de la ultraderecha que, sin muchos aspavientos, se posiciona como la favorita de los ciudadanos para ganar las elecciones legislativas de los próximos 30 de junio y 7 de julio.

Emmanuel Macron, presidente francés, adelantó los comicios pensando en que le daría poco tiempo a los conservadores para preparar una plataforma electoral convincente; sin embargo, hay un importante sector del país europeo que cree que la mano dura de la ultraderecha puede protegerlo de la migración, los ataques terroristas e incluso de una agenda liberal con la que no comulga.

El domingo, las protagonistas de las manifestaciones fueron mujeres feministas que perciben un enorme riesgo de que la agenda progresista se estanque en el país europeo, o peor, de perder derechos fundamentales que han conquistado en los últimos años. Simplemente, Francia es el único país del mundo que incluye el derecho al aborto en su Constitución, algo que podría modificarse con una mayoría radical en el Congreso.

La Agrupación Nacional (RN, extrema derecha) y sus aliados se posicionan con 35.5 y 36% de los votos, según dos sondeos publicados el domingo en el país europeo.

El RN y sus aliados se sitúan por delante del Nuevo Frente Popular, una coalición de partidos de izquierda (de 27 a 29,5%) y de la alianza centrista del presidente Emmanuel Macron (de 19.5 a 20%), ésta última en un triste tercer lugar que deja muy mal parado al mandatario.

La brújula francesa resulta interesante para medir los radicalismos del mundo, sobre todo porque la líder histórica de la ultraderecha, Marine Le Pen, no había logrado grandes avances hasta que llegó su Jordan Bardella, un joven de 28 años al que ella misma le llama cachorro de león.

Bardella es apuesto, es formal, es jovial y se ha vuelto una figura de TikTok, como todos los políticos de ésta era que buscan llegar a sectores apolíticos o desinformados a través de las redes sociales. Incluso, en varios de sus videos, el político se ve muy presidencial, con la bandera de Francia al fondo y explicando sus ideas de forma muy profesional.

A los jóvenes hay que explicarles lo que es el encuadre: los político muestran sólo un fragmento de todo lo que en realidad significan, por eso Le Pen, una mujer de la vieja escuela, lanzó a Bardella como un imán para las nuevas generaciones amantes de la fugacidad, el scrolleo y los personajes banales.

Javier Milei, personaje muy distinto en forma a Bardella, tiene la misma esencia y el mismo fondo que el francés: hay detrás una agenda empresarial, oligárquica y desigual por la que los movimientos sociales salen a protestar ante el miedo del regreso de las hegemonías.

Incluso el domingo pasado, el jefe del gobierno alemán, Olaf Scholz, pidió en Berlín al presidente argentino cuidar la “cohesión social”, tras las protestas en Buenos Aires contra la reforma sus reformas neoliberales. Hasta en ciertos sectores europeos, llama la atención la cerrazón de la ultraderecha.

Es importante el espejo del mundo, porque en México, tarde o temprano, veremos intentos o consolidaciones de partidos políticos que se hagan llamar “libertarios”, pero que en realidad se fundamenten en la ultraderecha.

Tratarán de capitalizar, como lo hace Le Pen o Milei, a un sector inconforme, pero que no sabe ni lo que quiere; esos que veían en Jorge Álvarez Maynez su opción “antisistema”, aunque no lo era, podrían terminar apoyando a un partido que sea más sistémico que la peor versión de la derecha que hemos conocido en el país, por lo que habrá que apostar mucho en educar a las nuevas generaciones para que decidan libremente, pero muy bien informadas.

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