La violencia en Ecuador y la movilidad del narcotráfico en la región
Textos y Contextos
Por Miguel Alejandro Rivera
@MiguelAleRivera
Ecuador vive una crisis de violencia que no surgió de la noche a la mañana. La semana pasada, tras el escape de José Adolfo Macías Villamar, alias Fito, líder del grupo criminal Los Choneros desde 2020, el país sudamericano se vio envuelto en una espiral caótica que, tristemente, a los mexicanos nos recordó al culiacanazo.
Peor aún, las imágenes de Ecuador no sólo recordaban a aquel penoso episodio de 2017, sino también a innumerables escenas de las que ha sido testigo nuestro país por el terrible empoderamiento del narcotráfico desde las últimas décadas del siglo pasado y agudizado a partir del sexenio de Felipe Calderón.
Tuve la oportunidad de charlar con Selene Ramos Rojas, una médica ecuatoriana que radica en México y a quien le sorprendió cómo a sus compañeros, nacidos en nuestro país, no les sorprendía ver el empoderamiento del crimen en las pantallas de televisión porque acá es algo que puede suceder de un momento a otro.
Pero es que hay algo de fondo, porque así como fue Ecuador, puede suceder en Perú o en algún otro país en donde busque anidar el narcotráfico.
El Cártel de Medellín y el Cártel de Cali trascendieron en el continente al instaurar un modelo en el que la droga se capitalizaba alrededor de muchos otros crímenes, con la complicidad de grupos criminales en México.
Ante la lucha en contra de dichas organizaciones por parte de gobiernos locales e instancias internacionales, muchos de sus líderes o hasta criminales de bajo rango migraron a países vecinos, como Ecuador, y fueron clave en la distribución de droga salida de otros países. Según Statista, los principales productores de cocaína a nivel mundial, Colombia, Perú y Bolivia, totalizaron una producción estimada de 2 mil 074 toneladas de esta droga en 2021.
Y aunque Ecuador no está en la lista, alberga enormes problemáticas de crimen organizado debido a que grupos menores que nacieron como pandillas aprendieron y fueron usados por narcotraficantes extranjeros que hallaron refugio y una buena ruta en su país. Los puertos ecuatorianos son claves para el trasiego de drogas.
Con tal escenario, las detenciones de delincuentes y el crecimiento de bandas criminales, que suman 28 y fueron identificadas como terroristas la semana pasada por el presidente Daniel Noboa, las cárceles se abarrotaron y, como en México, se convirtieron en centros de profesionalización y adiestramiento de los propios criminales.
Según explica en la revista Nueva Sociedad la internacionalista ecuatoriana Carla Morena Álvarez Velasco, el sistema penitenciario de Ecuador carece de suficientes carceleros para controlar la actividad de los presos: hay unos mil 500 celadores para controlar y atender a 39 mil personas privadas de su libertad.
Y cuando dicho sistema es rebasado se ven crisis como la que acusó el país sudamericano, que en 2021 adoleció la muerte de al menos 250 reos a causa de distintos motines en distintas prisiones. Asimismo, se ha dicho que el mismo Fito construyó incluso una piscina en una de las cárceles en las que estuvo recluido, como muestra del poder que tienen los delincuentes ante las autoridades.
Por eso, ante la emergencia de la semana pasada, Perú cerró sus fronteras y envío miles de militares a vigilar los pasos con Ecuador, sabiendo los peligros que alberga la región en materia criminal.
Y aunque sea casi un lugar común, América Latina carga el peso de las adicciones en Estados Unidos e incluso Europa, pues, apenas hace unas semanas, autoridades de Ecuador y Colombia desarticularon a un grupo del narcotráfico que tenía nexos con un cártel en los Balcanes y con el Cártel de Sinaloa.
Por fortuna y al parecer la poco a poco el orden vuelve a Ecuador, aunque no sin la declaración de Noboa que dijo estar dispuesto a aceptar ayuda militar de Argentina y Estados Unidos. “No es tiempo de ego”, dijo, aunque qué hay de la soberanía. Qué difícil escenario nos ha puesto el narcotráfico a nivel mundial.