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LA TREMENDA CORTE REACCIONARIA
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LA TREMENDA CORTE REACCIONARIA

La elección interna por la presidencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, que es acompañada con la presidencia del Consejo de la Judicatura Federal, se convirtió en guerra sórdida, entre la oposición que comanda el grupo empresarial de Claudio X González y el Movimiento de Cuarta Transformación.


Y digo sórdida, porque si algo abundó en esa elección, fue la suciedad.


Como todo intento de posicionamiento político del grupo conservador, el ataque directo de los medios de comunicación y redes sociales, se concentró en un adversario peligroso para sus fines. Y ese ataque tuvo como base la mentira y una acusación mediática, nacida del tipo de “investigaciones” o montajes que acostumbran preparar Guillermo Sheridan y Carlos Loret de Mola.
Pero algo salió muy mal a última hora.
La guerra de lodo, estaba dirigida hacia la ministra Yasmín Esquivel, quien tenía fuertes posibilidades para ser electa ministra presidenta de la Corte.
Y como su perfil profesional se considera vanguardista y con inclinación al tipo de transformación que impulsa el presidente López Obrador, esa candidatura estorbaba a la oposición.
La ruta del ataque fue dirigida a un punto relacionado con su vida estudiantil, a falta de algo que reprocharle como profesionista dedicada a las leyes.
Un “posible” plagio de su tesis, fue escalado por los medios incondicionales al conservadurismo, como si se tratara de de un delito de Estado.
Involucraron en esa campaña a la UNAM y no tuvieron empacho en deteriorar la imagen de la Suprema Corte.
Al final, perdieron el control de la campaña de desprestigio y apareció en escena el nombre del ministro de clara inclinación conservadora, Alfredo Ortiz Mena, como el de uno de los “posibles” integrantes de ese golpe bajo, que intentaba dejarlo como único candidato fuerte, para los cargos señalados.
Ortiz Mena forma parte del Consejo Directivo de la Fundación UNAM y existe un evidente malestar social, al sospecharse que desde ahí pudieron salir las instrucciones para alterar la versión virtual de la tesis de la ministra Yasmín Esquivel, que efectivamente, según los metadatos del archivo y la declaración de la propia UNAM, fue manipulada el pasado 22 de diciembre.


Si la guerra de lodo le cerró el camino a la ministra, el conocer datos sobre el pasado de Ortiz Mena, lo dejó fuera de combate también. Antes de ser ministro y durante su paso por el SAT, este funcionario dedicó mucho trabajo y tiempo a condonar cientos de miles de millones de pesos a grandes contribuyentes.
Salpicado de tanto lodo y sabiendo también que Ortiz Mena es el ministro más rico en la Suprema Corte, era muy difícil que pudiera alcanzar la anhelada presidencia.
Y no pudo. Perdió la votación 6 a 5, en una tercera ronda.
Queda como ministra presidenta de la Corte, un perfil menor, que no figuraba como aspirante fuerte a primer vista. La primera mujer que está al frente en ese importante cargo. Norma Lucía Piña, impulsada en el sexenio pasado por Enrique Peña Nieto.
¿Quién gana y quién pierde al final de esta batalla?
Uno de los perdedores secundarios, es la UNAM.
Pocos creen en una actuación limpia por parte de las autoridades de la Universidad, en este asunto. Nada dijeron de la participación de Ortiz Mena en la Fundación UNAM.
Además es increíble que unos días antes de que Loret hiciera correr el montaje de la tesis, este documento haya sido manipulado, porque según esas autoridades, hasta entonces se dieron cuenta de que “no habían capturado unas hojas de la tesis”.
El rector de la UNAM, que nada ha dicho sobre el trato especial que se le da a Lorenzo Córdova, quien violando reglamentos se mantiene como investigador y académico en esa casa de estudios, tomó partido en contra de la ministra Yasmín Esquivel, sin que la investigación del caso haya concluido.


Pierde la Suprema Corte de Justicia de la Nación, que en este momento carga con el descrédito de varios de sus integrantes, al conocerse que trabajan en favor de causas e intereses reaccionarios.
Hay además ahí dos “traidores” al Proyecto de Transformación, gracias al cual llegan al cargo.
No son traidores al gobierno y eso debe quedar muy claro.
Son traidores al Pueblo que demanda un cambio profundo en todas las instituciones que fueron contaminadas por la corrupción, durante el periodo neoliberal.
Ellos son la ministra Margarita Ríos Fajard y el ministro Juan Luis González Alcántara, que por regla general votan en contra de las iniciativas presidenciales.


En ese aspecto, son más leales a su causa los ministros propuestos por Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, pues son reaccionarios puros.
La Suprema Corte de Justicia de la Nación, pierde su aureola de imparcialidad interpretativa de la Constitución y las Leyes y pasa a convertirse en la Tremenda Corte, donde abunda el privilegio, el absurdo, la interpretación “a modo” y muy posiblemente la corrupción.
Al menos, a los ojos de un significativo segmento social, la Corte se debilita mucho en esta elección interna.
¿Quién gana?


Diga lo que diga la oposición, el único claro ganador es el gobierno que encabeza el presidente López Obrador.


No hubo “dedazo” en esta elección. Por primera vez, el voto de cada ministro contó en la designación de su presidente. Y eso es un avance en el Estado de Derecho.
No alcanzó el triunfo Ortiz Mena, que era la carta fuerte opositora.
Y hay algo más.
La corrupción al interior del Poder Judicial, ya es inocultable y es evidente que ese mal ha contaminado a toda la estructura judicial, comenzando por la Corte y concluyendo en el menos importante de los jueces.
Una de las tareas impostergables para el próximo gobierno, será impulsar una Reforma para limpiar al Poder Judicial, tal y como lo ha dicho el presidente López Obrador.
La Tremenda Corte es el último refugio conservador, pues hoy, con la aprobación a los cambios a la Ley Electoral, la oposición sabe que pierde mucho de su poder al interior del INE.
Digan lo que digan, a la oposición solo le quedará el recurso de los jueces “a modo”, o corruptos, para intentan frenar el avance del Proyecto de Transformación que se opera en nuestro país.
El último de los perdedores y responsable del estado actual en la Suprema Corte, es el presidente saliente, Arturo Zaldívar Lelo de Larrea.
Un ministro presidente que tuvo todo en sus manos para impulsar una depuración verdadera dentro del Poder Judicial y que dejó pasar el momento, argumentando respeto a la “institucionalidad” en la Corte.


Alguien que se dijo defensor del Estado de Derecho dentro del Poder Judicial, no obstante que todos veamos a diario como se viola el derecho ciudadano, al venderse en juzgados y tribunales la justicia al mejor postor.


Alguien que conoce los lazos de corrupción que se dan al interior de ese Poder. Que sabe nombres y cargos de quienes prevarican con la justicia.
Alguien que pudo acompañar a este gran Proyecto Nacional desde su trinchera y que por pusilanimidad, hereda un cargo donde en realidad no hizo gran cosa en favor de una justicia real para todos.


La Corte y el aparato de justicia que estuvo en sus manos y que hoy deja, apesta a corrupción, por donde quiera que se le rasque.
Será hasta la Segunda Etapa de Transformación, que iniciará en 2024, cuando se dé esa urgente depuración dentro del sistema de justicia.

Malthus Gamba

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