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La oposición besando los pies a Joe Biden
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La oposición besando los pies a Joe Biden

Cómo describir la catástrofe política que están viviendo los grupos conservadores en este momento.
Su situación es semejante al de la madeja de hilo que cayó al suelo y fue objeto de juego para el gato de la casa. Hoy se encuentra con nudos y roturas por todas partes. No encuentra uno por dónde empezar el trabajo para darle nuevo uso.

FRENA nació como una opción opositora que llamaba al pueblo de México a la unidad, en torno a las viejas banderas neoliberales. Aparece con cierto grado de publicidad que no entusiasma a alguien. Sus desfiles dominicales en automóvil, han pasado sin pena ni gloria y los personajes que representan al movimiento, francamente son impresentables.

BOA nace de sorpresa. En una conferencia mañanera, el presidente López Obrador nos da cuenta de la intención de los pequeños contingentes conservadores, para crear una fuerza de oposición con relativa probabilidad para ganar elecciones locales. Aparecen como integrantes de la nueva asociación, empresarios, gobernadores, partidos políticos, medios de comunicación, periodistas, e incluso los consejeros electorales del INE.

La mira está puesta en las elecciones del 2021 y en la revocación al mandato presidencial que se verificará en el 2022. Son metas ambiciosas las que persigue este grupo reaccionario. Es el regreso al poder en el corto plazo.
Aunque el programa BOA se va desarrollando a la vista de todos, los integrantes del grupo niegan su existencia. BOA existe realmente, pero intentan que sus acciones se realicen en la clandestinidad.

Recordemos que en el pasado reciente, la “Operación Berlín”, estructurada y supervisada por Enrique Krauze, trabajó en la oscuridad para que sus integrantes no tuvieran que dar explicación pública por su poco limpio proceder.
El proyecto BOA se basa en la guerra sucia, en la corrupción y el fraude electoral. Es lógico que nadie quiera ser identificado como uno de los que participa en una empresa marcada por el trabajo sucio.

Estamos a pocos meses de que de inicio formal la precampaña electoral 2021.
Y decimos de manera formal, porque informalmente todo mundo se encuentra en campaña.

Felipe Calderón y sus granjas de bots están en redes sociales intentando que John Ackerman no figure entre los evaluadores del INE, que calificarán cuáles asociaciones cumplieron con los requisitos para pasar a ser partidos políticos. Tienen un miedo inocultable a Ackerman, porque saben que “México Libre” no pasará el escrutinio, ya que todo indica que su documentación es irregular. Ackerman va a detectar todas esas inconsistencias. Calderón se quedará sin partido político y también sin la posibilidad del fuero que le otorgaría una diputación plurinominal. Estaría a merced de cualquier autoridad que lo requiriera para responder por sus delitos del pasado.
Calderón está ante la disyuntiva de triunfar, o ir a la cárcel.

Los panistas, priistas, perredistas y militantes de movimiento ciudadano, dan la batalla en defensa propia. Están a un paso de perder sus respectivos registros. Si pierden en estas elecciones intermedias, no contarán con el mínimo de afiliados que exige la Ley. Para ellos habrá acabado todo.

La partidocracia poderosa de años recientes, está convertida en la “chiquillada” que intenta prenderse con las uñas de las prerrogativas electorales.

Los empresarios por su parte, no han podido encumbrar a uno de sus representantes para que compita con dignidad, ante la figura del presidente López Obrador. Sueñan con que Gustavo de Hoyos Walther, crezca en el corto plazo ante los ojos de los ciudadanos. Pero se trata de un cartucho quemado al que poco beneficio pueden sacarle. Es el personaje que fue a España, para acusar al actual presidente de no proteger los intereses de los dueños del dinero en México. Una acusación que humildemente (llamando “Su Alteza”), presentó al rey de esa nación. Como si aún viviéramos en tiempos de la Colonia.

Los “medios sicarios” siguen con su cotidiana guerra sucia. Los Loret, Ciros, Dóriga, Dresser, Riva Palacio, Beltrán del Río, Hiriart y demás fauna “chayotera”, presentan cotidianamente al pueblo mexicano escenarios de catástrofe, debidos al gobierno de la Cuarta
Transformación. Sin embargo, el apoyo al presidente no baja, No disminuye, a dos años de haber iniciado el nuevo gobierno.
Es un fracaso total la guerra de lodo que han intentado los grupos reaccionarios y sus granjas de bots en redes sociales.
Por último, el INE y demás autoridades electorales, han sido advertidas por parte del gobierno federal, que su actuación como organizadores y calificadores de las próximas elecciones, será seguida por el presidente de la república y por todos los ciudadanos en el país. Cualquier infracción al marco legal, será denunciada de inmediato y la pena a quienes resulten culpables, es la cárcel. El fraude electoral se considera delito grave y por lo mismo, no alcanza fianza.

¿Qué les queda entonces a los conservadores como esperanza, cuando todas las otras puertas se van cerrando?
Hay un camino (el último), que están apoyando con toda su fuerza.
La intervención extranjero a su favor.

El partido demócrata y los políticos que lo integran, empezando por el binomio Clinton-Obama, han prometido a los neoliberales en nuestro país, el apoyo necesario para que recuperen poder parcial en 2021. Para que el desafuero a López Obrador se consiga en el 2022 y para que en las elecciones del 2024, el modelo neoliberal regrese al poder en México.
Para ello, los conservadores en nuestro país, deben trabajar a favor del candidato demócrata Joe Biden, opositor a la reelección de Donald Trump. El voto latino tendrá un enorme peso en la elección norteamericana y por lo mismo, se intenta influir en los votantes mexicanos radicados en la Unión Americana, por medio de sus familiares en México.

Biden fue vicepresidente de los Estados Unidos, cuando gobernó Barack Obama y hay que recordar que durante esa administración, se dio el mayor número de deportaciones de mexicanos en la historia.

Biden no es mejor opción que Trump. Al menos para los mexicanos.
Pero sí es la mejor oportunidad que tiene los neoliberales para recuperar el poder.
Por eso hoy se oponen con toda su fuerza a la visita de Estado que hará el presidente López Obrador, a su contraparte Trump. Piensan que esto puede dar un fuerte impulso a la campaña de Trump para conseguir su reelección y eso en nada les favorece.
Los grupos conservadores le están apostando todo al triunfo de los demócratas en los Estados Unidos, en las elecciones de fin de año. Si pierden los demócratas, se hunden los sueños de nuestros neoliberales también.
Por eso los intentos desesperados para que no asista López Obrador a ese encuentro tan importante para México, en relación a la puesta en marcha del T-MEC.

A los conservadores, la soberanía nacional les importa muy poco, como lo han demostrado históricamente. Les interesa apoyar a Biden. Besar sus pies si es necesario. Hacerse presentes y gratos a sus ojos.

Todo sea por revivir el México de corrupción que tanto les dio durante décadas. Eso es lo que en realidad persiguen.
Nada más que enfrente tienen a un gobierno y a un pueblo que no los dejará pasar en modo alguno.
Nunca más gobiernos, políticos, empresarios, “medios sicarios”, periodistas y un INE corruptos.
Habrá Cuarta Transformación por un buen rato.

Malthus Gamba

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