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La elección de la primera presidenta de la Corte
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La elección de la primera presidenta de la Corte

El as bajo la manga

Por Laura Cevallos    @cevalloslaura

Este es definitivamente un sexenio de cambios verdaderos: tiempo de definiciones, como bien lo dice el Presidente Andrés Manuel López Obrador.

Para inicio de este sexenio también inició el encargo de Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, el Ministro Zaldívar Lelo de Larrea quien durante sus cuatro años de presidencia se desempeñó como un hombre progresista, con una ambición enorme por hacer crecer la visibilización y el respeto de los derechos humanos a todas las personas, enfocado, obviamente, a las necesidades de los grupos tradicional y socialmente vulnerados como los indígenas, los grupos afromexicanos, los miembros de la comunidad LGBT, las infancias, las mujeres y, de entre sus sentencias históricas se encuentra la que pronunció en favor de los derechos de las mujeres que se encontraban privadas de la libertad por haber abortado, en muchos de los casos de manera espontánea y por cuestiones naturales, no como un acto de culminación de un embarazo no deseado, eliminando la criminalización que pesaba sobre ellas.

Al Ministro Zaldívar, saliente si algo hay que agradecerle, fue la valentía con la que se comportó desde el principio de su gestión como ministro, cuando encaró al entonces Presidente Felipe Calderón, tras la persecución emprendida en su contra al ser él quien debía resolver en definitiva en el asunto de la guardería ABC, de Sonora y que en palabras del propio ministro Zaldívar se dedicó a hostigarlo con presencia de la policía federal y con personal de presidencia del estado mayor, que merodeaba los pasillos de la Corte en los días en que estaba próxima a resolverse esta sentencia histórica.

La sugerencia del Presidente López Obrador, para que se extendiera el período de la presidencia del Ministro Zaldívar,  no fue bien acogida por los ministros de la Corte ni por los opositores en general, porque en realidad sean taaaan respetuosos de la ley, sino que rechazaron la intención de asegurar que todas las reformas emprendidas por este gobierno contaran con el aval del Máximo Tribunal y en particular, de un hombre probadamente constitucionalista, valiente, reformista y sobre todo, respetuoso de los derechos humanos. Estas reformas no han buscado, en ningún momento, encubrir hechos delictuosos, ni a personajes siniestros, sino por el contrario, han buscado en todo momento, dar la visibilización a un pueblo que tenía la desgracia de sufrir los embates del poder y de los poderosos que cíclicamente se enriquecieron por las prebendas y concesiones en las que participaban tan entusiastamente.

Para poder llegar a la presidencia de la Suprema Corte se tiene que contar definitivamente con la anuencia de sus miembros porque, de acuerdo con la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación, es a sus compañeros Ministros a quienes corresponde efectuar la votación y en esta ocasión no fue una simulación como la que pudo haber llegado a ser en otras ocasiones; no olvidemos que los anteriores presidentes eran los representantes máximos del poder en México y la voluntad de los miembros de la Corte era solamente el reflejo de la voluntad única de quién era el Presidente de la República. Por tanto, podemos presumir que hubo presidentes de la Corte que llegaron a serlo como un acto de voluntad presidencial, cuyos intermediarios eran los ministros de la Corte.

En esta elección no fue tal y es más, ni siquiera se trataba de llevar a la presidencia a una persona abiertamente a favor del Presidente porque, lo que es de cada quien, hay que decir que las cuatro personas que llegaron en este sexenio en ternas propuestas por el propio Presidente, ni siquiera han brindado todo el apoyo que se hubiera esperado de ellas, en las reformas emitidas por la bancada del partido en el poder y más bien, se han opuesto por completo al mandato del pueblo por medio de los representantes que en este caso son los diputados y los senadores, así que tampoco es que hubiera mucho obradorismo de entre los ministros que llegaron durante este sexenio.

Entonces, la Ministra Esquivel no era precisamente la más fan del Presidente Andrés Manuel López Obrador y, sin embargo, de los números con los que se puede medir la aprobación que estos ministros tuvieron en sus participaciones, sí es fácil darnos cuenta que la Ministra Esquivel fue más apegada a los criterios obradoristas que sus compañeros y que esta elección de presidenta pondría a una persona que muy probablemente no hubiera dudado en votar a favor proyectos que directamente fueran para protección del pueblo. ¿Qué debía hacerse? Torpedear la elección.

La misión no era otra que descarrilar a Yasmin Esquivel. La acusación que se publicó por primera ocasión en latinus, de parte de Guillermo Sheridan logró su cometido: no se ha resuelto ni por la UNAM, ni por la FES Aragón, ni por la Fiscalía de la Ciudad de México, el resultado final de esta investigación, porque está en una etapa muy preliminar.

Hay quienes dicen que el supuesto plagiado ya salió a decir en una carta notariada que él tomó partes de la tesis porque le urgía titularse; hay quienes dicen que este hombre ha salido a acusar a Yasmin directamente por plagiarlo. La cuestión es que no sabemos nada porque todavía no hay un veredicto final y, por desgracia, tampoco podemos estar 100% seguros de que la resolución de la UNAM sea totalmente imparcial, simple y sencillamente porque en la UNAM hay un patronato que se compone de diversos personajes de la vida política y social de México, entre los que se encuentran, sorpresivamente, el propio ministro Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena y este patronato eventualmente es el que le da el visto bueno de aprobación a quien contienda para convertirse en rector de la Universidad.

Y ¿quién está buscando la rectoría de la UNAM, por cierto, que en los próximos días estará dejando su cargo en el Instituto Nacional Electoral? pues nada menos que Lorenzo Córdova. Entonces, si nosotros vamos atando los cabos de esta maraña, nos vamos a dar cuenta que hay intereses que sobrepasan la elección de quien pudo haber presidido la Suprema Corte de Justicia de la Nación y cuya preferencia tiende más al obradorismo que al conservadurismo al que realmente pertenece.

Sin embargo, lo que hay que poner sobre la mesa, es que ciertamente llega por primera vez una mujer a la máxima magistratura del país, lo que se constituye en un hecho histórico en sí mismo, pues en efecto se rompe un techo de cristal que ha impedido que las mujeres que se han dedicado a las leyes aspiren a algo más. Ya no hay límites jerárquicos vedados para las mujeres y eso ya es un paso muy avanzado.

Acordémonos que la generación de Olga Sánchez Cordero fue la primera en donde hubo mujeres que eran ministras de la Corte y que antes, el Poder Judicial y la Corte eran el Club de Tobi (prohibido mujeres), en donde solamente hombres podían llegar a ocupar los altos cargos.

En esta presidencia de la Ministra Norma Lucía Piña Hernández, la promesa es seguir con transformaciones profundas para poder concluir un sexenio de cambios radicales, de trabajo en favor de los pobres y con la visibilización que esta inmensa mayoría de mexicanos merece: una Suprema Corte que garantice el derecho del más pobre a ser escuchado y ser juzgado con justicia; oído en sus necesidades y empezar a terminar por fin con el flagelo de estos encarcelamientos eternos en espera de un proceso que no llega. Esperemos ver la terminación de la injusticia en casos de personas que, por no tener dinero, tampoco tuvieron acceso a un juicio justo, pronto y expedito y aún más: estaremos pendientes de todas las acciones que, como la primera Ministra Presidenta de la Corte, Norma Piña, ha ofrecido. No es sino lo mínimo que como ciudadanos pensantes podemos exigir: que las promesas no se queden en promesas y que los compromisos se cumplan de la manera honrada y legal que se espera de quien jura guardar y hacer guardar la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y las leyes que de ella emanan.

La primera presidencia en manos de una mujer debe ir acompañada de una labor transformadora. Ahí estaremos los ciudadanos para atestiguar que así sea.

@cevalloslaura

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