Fentanilo: La historia no perdona

Entre 1839 y 1860 tuvieron lugar dos conflictos bélicos entre China y los británicos llamados “Las Guerras del Opio” por haber sido el consumo y el contrabando de ese estupefaciente la causa principal de los eventos.

El comercio entre Europa y el país asiático se veía afectado en esa época por dos factores; el primero era la complicación de los británicos, quienes teniendo que pagar las mercancías chinas con plata, comenzaron a caer en problemas para financiar las guerras que se desarrollaban en el continente europeo; el segundo fue que el consumo del opio en China creció a gran velocidad llegando a niveles de una epidemia prácticamente incontrolable.

Los ingleses le vendían el opio a los chinos para que se drogaran, para luego procesar los ingresos a través de Estados Unidos. La necesidad de esta sustancia era tal en el país oriental, que Gran Bretaña logró dejar de pagarles con plata las mercancías que de ahí importaban, para hacerlo con opio.

La mortalidad y la caída en la economía china derivada del consumo de opio motivó a las autoridades de la dinastía Qing a prohibirlo, lo que desencadenó estas dos guerras promovidas por los ingleses y apoyadas por los estadounidenses, para evitar que el gobierno chino intentara lograr que su población dejara de drogarse; es decir, los narcotraficantes de esa época le declararon la guerra a China porque pretendían dejar de comprarles droga.

En esos conflictos bélicos directamente perdieron la vida alrededor de 50 mil chinos, sin contar con que su pandemia adictiva cobro la de 50 millones de habitantes; además cayó la dinastía Qing y durante el proceso China perdió la región de Hong Kong, ocupada por los británicos hasta 1999 y la de Macao que les arrebataron los portugueses. Los narcos ganaron las guerras sin importarles cuantos chinos murieran a causa de seguir consumiendo su estupefaciente.

En esa época las autoridades chinas enviaron una carta a la Reina Victoria, máxima autoridad del imperio británico, para que les ayudara evitando el contrabando de opio hacia su país y explicando los estragos que este comercio causaba en su población, la cual simplemente fue ignorada.

163 años después de esos eventos, la sociedad estadounidense está viviendo una epidemia de consumo de drogas sintéticas producidas en Asia, principalmente en China. Como entonces, fueron las mismas autoridades del país consumidor quienes generaron el problema al permitir la venta legal de estas drogas al público, lo que ha derivado en un consumo masivo, legal e ilegal, de estupefacientes entre su población que les ocasiona la muerte de más de 100 mil personas por año.

Quienes importan la droga, la distribuyen y la consumen son los habitantes de los Estados Unidos; como entonces, la contraparte sólo se las vende. Esta vez nadie está presionando al gobierno estadounidense para que prohíba definitivamente su consumo o para que tome cualquier otra medida orientada a disminuirlo, los chinos no amenazan con invadir Estados Unidos y arrebatarles California si lo hacen. Ellos están en absoluta libertad de tomar las medidas que deseen llevar a cabo, pero la realidad es que no hacen nada más que quejarse en contra de quien las vende y el consumo sigue creciendo.

Hace un par de semanas un grupo de congresistas estadounidenses se reunió con el Presidente de México y entre otras cosas le solicitaron su intervención para tratar de convencer al gobierno chino de que deje de vender fentanilo ilegalmente. El Presidente López Obrador envió una carta al mandatario chino atendiendo al llamado de ayuda de los congresistas, pero esta vez la carta no fue ignorada. El gobierno chino respondió que no le venden ilegalmente a nadie y que el problema de consumo de drogas sintéticas en EUA es de ese país, que lo resuelvan. Simplemente le devolvieron la cortesía que recibieron de occidente hace más de siglo y medio.

Como dice el refrán chino: “No busques la venganza. Siéntate al lado del río y tarde o temprano verás pasar frente a ti el cadáver de tu enemigo”.