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Explicamos a Carmen el oficio periodístico
Columnas, El día

Explicamos a Carmen el oficio periodístico

Por: Rafael redondo
@redondo_rafa

Parece que no solo la población en general, sino quienes se dedican al manejo de información, tienen mucha confusión acerca del oficio periodístico; es decir, no saben ubicar exactamente cuál es la función de un periodista y, por tanto, tampoco sus responsabilidades, ni el terreno tan frágil en el que se están moviendo.

Me sorprende mucho que en su entrevista de ayer con “El Fisgón”, Carmen Aristegui, utiliza con mucha ligereza la palabra “opinión”: “opiné, que el reportaje de Latinus tenía relevancia periodística”, “opino, que el Presidente al exigir transparencia, viola la ley”. Nunca dijo cuál ley se infringe y tampoco es labor de un periodista litigar. Demasiada laxitud para un periodista.

Voy a señalar algunos ejes, para que todos podamos dimensionar un poco, de qué va el oficio periodístico:

1) Bien social: la información está considerada (y así se refiere a ella el Código Internacional de Ética Periodística de la UNESCO) como un bien social; es decir, un grupo de factores que se conjugan para que los miembros de una sociedad satisfagan necesidades fundamentales. Para explicarme mejor, el acceso a la salud o a la educación, también son un bien social. De ese nivel estamos hablando. Un periodista, al igual que un médico, tiene entre sus manos, esa enorme responsabilidad social y, por tanto, es un asunto de interés público, no privado. Al ser la información, el acceso a la salud o a la educación un bien social, son todos, de origen, responsabilidad del Estado en tanto protector del bienestar de un grupo humano. En un mundo saturado de mensajes que fácilmente conducen al receptor hacia la confusión, el bien social “información”, es un activo que requiere de alto grado de rigurosidad en su manejo. Responsabilidad y rigurosidad, no quieren decir control. El etiquetado en alimentos procesados, no es control, pero, el Estado tiene la responsabilidad de informar al consumidor lo que está metiendo en su cuerpo no sólo para evitar una enfermedad en el ciudadano, sino para administrar mejor los recursos del Estado destinados al sector salud. ¿Dónde está el error en simplemente llamar a las cosas por su nombre? Ella, es periodista, él, es payaso, aquél, es porro. Lo que sucede, es que nos hemos acostumbrado a vicios en el oficio y queremos continuar en esa inercia. Nos aterra que el Presidente nos enfrente a desafíos conceptuales.

2) Explotación comercial concesionada: en el caso de transmitir por medios electrónicos, el Estado Mexicano otorga una concesión para operar y explotar un canal de radio o televisión. La herramienta a través de la cual transmiten estos periodistas, es un bien público. Rentar un local y montar una tortillería, no te hace propietario del local y deberás tener cuidado de no cambiar el giro a un bar con música en vivo, expendio de bebidas alcohólicas y chicas “buena onda”, porque estarás rompiendo el acuerdo original.

3) Metodología: como toda profesión, el periodista debe esforzarse por adherirse a la realidad y evitar laxitud en el ejercicio. Un médico, debe indagar en la realidad del padecimiento de su enfermo, ceñido a las condiciones físicas del paciente (diagnóstico), hurgar en el conocimiento existente o acumulado y regirse por el método científico. No puede basar el ejercicio profesional en “yo opino” o “yo creo”. Un profesional del periodismo, debe hacer exactamente lo mismo, o no es un profesional.

4) Ética: el Código Internacional de Ética Periodística UNESCO, es muy claro: el pueblo tiene derecho a información verídica, rigurosidad del periodista, responsabilidad social, integridad, respeto a la vida privada y dignidad de las personas, respeto a valores universales y diversidad cultural. Un periodista está obligado a resguardar, ante todo, la honorabilidad básica de todo ser humano. No debería, por ningún motivo, poner en riesgo la integridad de una persona y menos, cuando la información que está presentando, no está verificada. Tampoco es válido después de resbalarse, escudarse en la frase, “libertad de expresión”. Tú, periodista, eres un profesional, estás construyendo información sustentada con evidencia de la misma manera en que lo hace un científico, no estás haciendo suposiciones, rumores o chismes; por tanto, tu argumento para presentar tu información debería ser, “aquí está la evidencia que sustenta mi trabajo”. Utilizar el argumento “es mi libertad de expresión” en un profesional de la medicina, sería igual a, nunca aprendí a seguir criterios científicos, me fui por “la libre” y si se murió el paciente, es su culpa. En ambos casos, tanto en el periodista como en el médico, esa frase suena a recurso de vecina chismosa tratando de excusarse.

5) El Mercado: el modelo capitalista permite que los privados tengan participación, tanto en la salud, en la educación, como en la información; este modelo, para decirlo de manera suave, debería ser una colaboración, no una subordinación al capital por parte de los bienes y responsabilidades del Estado, donde lo único que se privilegia es la rentabilidad y acumulación de grandes fortunas, dejando de lado el propósito original de informar: convertir al periodismo en un espectáculo (Laura Bozzo es un ejemplo), en propaganda, en partido político, en construir personas famosas para llenarse los bolsillos de dinero, porque en ese momento, dejas de ser un profesional y te conviertes en mercenario.

6) Fama: lograr reconocimiento en una sociedad, debería ser consecuencia de rectitud, honestidad y excelencia en el ejercicio profesional; sin embargo, las necesidades del mercado hacen que la prioridad en el periodismo sean los rostros atractivos en pantalla, el carisma, los cuerpos exuberantes, el escándalo, o lo que sea necesario para llamar la atención y convertirse en máquinas de hacer dinero. Informar, termina relegado, ya no es importante. Se llena un espacio con mugre, minifaldas, un chacal, un cómico vulgar, morbo y vamos al aire.
Personajes que debido a la fama tienen en sus manos un bien social, y subrayo, un bien social, suelen convertirse en atractivos para quienes, con intereses perversos, buscan manipular a grupos sociales, destruir personas, encumbrar a otras, llevar al colectivo hacia cierta creencia o percepción distorsionada de la realidad, etc. Un periodista, debería mantenerse ajeno a grupos de poder y debe ser consciente que, si está en este nivel de reconocimiento, de fama, se convierte en un ente con poder también, y efectivamente, al poder se le critica y eso los incluye a ustedes, los periodistas famosos.

El Presidente, está pidiendo transparencia a quienes gracias a que tienen en sus manos un bien social, logran acumular grandes cantidades de dinero. Yo supongo que la Secretaría de Salud y la Secretaría de Educación, hacen lo propio con los hospitales y colegios privados o al menos los hospitales y colegios privados, tienen algún tipo de supervisión gubernamental para evitar que conviertan a la salud y la educación en avaricia. ¿Dónde está la violación a la ley en hacer esta solicitud a un comunicador que gana lo que un reportero de calle no va a reunir ni reencarnando 5 veces? ¿Está en la ley o está escrito en el código de los malos hábitos perpetuado durante años y que no queremos quebrantar? Carmen, ¿no te provocaría cierta extrañeza que un ginecólogo de buenas a primeras maneje millones de dólares y que al Estado no le genere un poco de suspicacia?

Un periodista no es Daniel Bisogno, ni Chumel, ni la chica en minifalda que da el clima, ni cualquier tweetero, ni el que se cree intelectual por traer la cabeza convertida en USB repleta de información que no sirve para nada (Google, ya existe e información que no es útil, es paja); no es periodista un influencer, ni alguien que colecte información por las calles y de pronto, se le ocurre subirla a cualquier red social. Un periodista es un profesional en el manejo de información. Tampoco es periodista Loret de Mola: fue una imagen simpática para la televisión, involucrado con gente de poder, ganando millones, pero, jamás ha presentado un reportaje como “Valise de billets en Suisse, fondation opaque au Panama: Juan Carlos, désarroi d’Espagne” de Sandrine Morel, publicado por Le Monde, que cimbró a la monarquía española, o como “La Casa Blanca” que tú misma publicaste. ¿No te suena raro tanto dinero y pocas nueces, Carmen? Si alguien se hace rico como anchor o diciendo tonterías en televisión o radio, ¿por qué se dice periodista o profesional de la comunicación? ¿Dónde quedó tu olfato periodístico? Defiende tu profesión y al gremio, por favor.

Creo que Carmen en este momento está, por lo menos, preocupada por la fama, por el rating, por quedar bien con alguien, por dinero, o no sé por qué; pero, lo que está claro, es que no está preocupada por la enorme responsabilidad que tiene entre sus manos.

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