El Sur Global: “Nosotros decimos no” a la resolución de paz para Ucrania
Textos y Contextos
Por: Miguel Alejandro Rivera
En materia de política internacional, el fin de semana pasado estuvo marcado por la Cumbre para la Paz en Ucrania, que organizó Volodímir Zelenski, mandatario de dicha nación, y en el cual trascendió una importante división entre el mundo occidental y los Estados que aún se resisten a dejarse llevar por una línea discursiva delineada por las potencias.
Desde las teorías de las Relaciones Internacionales, siempre se pondera una dinámica donde el Estado es el centro de la discusión política en los diferentes niveles y órdenes sociales en el contexto mundial. De ser así, es interesante que los propios gobiernos sean entonces los que mantienen ciertas resistencias a las hegemonías.
Nos referimos entonces al grupo de 12 países que no sucumbió a la resolución por la paz en Ucrania por dos sencillas razones: porque en la cumbre, celebrada en Suiza, no había representación de Rusia, por lo que, sin las dos partes no se puede acordar nada, y la otra, porque China declinó la invitación a participar, lo que generó un enorme vacío en la presencia de los contrapesos mundiales.
Qué interesante que los países del llamado Sur Global ponderen en el concierto internacional a actores más allá del occidente que busca retener un liderazgo que poco a poco se va diluyendo. Entre los 12 países que se negaron a firmar la resolución de la cumbre destacan Brasil, India, Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Tailandia, Libia, Armenia, Sudáfrica, Indonesia y México.
Sin embargo, también destacó el posicionamiento de Colombia, cuyo presidente izquierdista, Gustavo Petro, afirmó:
“Lo que hemos encontrado en relación a la conferencia de paz, entre comillas, en Suiza es que es básicamente un alinderamiento al lado de la guerra (….) por eso he decidido suspender mi visita. Estamos dispuestos a participar en una conferencia que libremente se dedique a buscar los senderos de la paz y no a construir bloques para la guerra”.
En efecto, el peculiar mandatario sudamericano tiene razón: la cumbre fue más un desfile de funcionarios del G7 y otras naciones occidentales para demostrar el apoyo incondicional a su aliado en la cruzada contra Rusia: de no ser así, ¿por qué Kamala Harris, vicepresidenta de Estados Unidos, anunció más de mil 500 millones de dólares en ayuda energética y humanitaria para Ucrania, que si bien no es una apoyo en armamento directamente, sí fortalece la idea de que la OTAN está totalmente sesgada en el conflicto?
Tan sólo el lunes, un día después de que finalizó la cumbre por “la paz”, el propio secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, afirmó que un flujo permanente de armamento occidental es vital para conseguir la paz en Ucrania, e hizo un llamado para “hacer pagar a China” por su apoyo a Rusia… Vaya escenario de paz el que buscan las potencias…
Sin embargo, que el llamado Sur Global o los países no alineados se resistan a quedar bien ante las potencias de occidentales nos recuerdan con nostalgia a los grandes teóricos de la filosofía y la sociología mundial que destacan el enorme papel que debe tener el llamado tercer mundo en las decisiones del ámbito internacional.
A veces uno se esperanza en que las ideas de Boaventura de Sousa Santos, Enrique Dussel o hasta Paulo Freire estén llegando cada vez más a las cúpulas políticas y, por ello, se opongan a los discursos hegemónicos, pugnando por posturas decoloniales que trasciendan en la construcción de un nuevo sistema mundo, donde exista u criterio más allá del político-militar que ha preponderado los durante siglos.
Quizá doce países no suenen a una multitud, pero que exista una oposición a Occidente a nivel internacional es más que saludable para un concierto internacional cada vez más abandonado por los intereses humanistas y del desarrollo social sostenible; bien por esos mandatarios que, como diría Eduardo Galeano, expresaron: “Nosotros decimos no”.