El nuevo milagro mexicano del mesías

De acuerdo con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, durante el 3er trimestre de este año la economía mexicana es la que más creció de entre los 29 países incluidos en su medición, aumentando su tamaño en 1.8% sólo en 3 meses, lo cual significa que se incrementó en el triple de lo que lo hizo la de los Estados Unidos, quien sólo registró un 0.6% y casi en 5 veces lo que logró Canadá con un 0.4%.

Lo más sorprendente de estas cifras es que México es el único de los 3 países que logró el crecimiento de su Producto Interno Bruto sin adquirir deuda pública adicional, mientras los demás apoyan los suyos en el endeudamiento.

En las condiciones actuales que vive la economía mundial esto podría parecer como un milagro del mesías, sin embargo, los resultados que empezamos a ver en el comportamiento de las variables económicas de México derivan de varios factores que es conveniente analizar, los cuales convergen en un entorno de manejo económico desde el gobierno federal, que favorece el comportamiento virtuoso de todos ellos.

El primer factor es el reordenamiento de la política económica mexicana, que mantiene 3 principios de actuación fundamentalmente: en primer lugar no contraer deuda adicional, en segundo aumentar los ingresos propios del estado mediante el combate a la corrupción y la austeridad en sus gastos y en tercero aplicar una gran firmeza en su estrategia de recaudación, con lo que el gobierno federal está contando con los fondos que requiere para llevar a cabo la aplicación del segundo factor.

Este segundo factor es un fuerte impulso al consumo que permite a las empresas vender, distribuir y fabricar más, lo que se logra a través de la creación de empleos derivados del desarrollo de infraestructura, el aumento a los salarios y la derrama de apoyos sociales, que convierte a la mayoría de la población en actores de mercado que deciden a qué empresas comprarles productos y servicios; en este escenario juega también un papel fundamental el aumento en el envío de remesas de los paisanos migrantes, que hoy mandan más dinero que nunca.

El tercer factor son las nuevas condiciones del Tratado de Libre Comercio entre México, Estados Unidos y Canadá que impulsan el comercio internacional, así como la inversión extranjera a partir de un fundamento distinto al que existía con el tratado anterior. En el anterior México era prácticamente un país de maquila para el mercado de Norteamérica, hoy en cambio, la exportación de productos a esa región requiere que las condiciones laborales sean más parecidas a las que se tienen allá, pero también que los productos exportados incorporen un porcentaje alto de insumos fabricados en México, lo que favorece la creación de más y mejores empleos con salarios más altos que también impulsan el consumo.

El cuarto factor es la necesidad de instalar plantas en México que se encuentran actualmente en Asia, debido a las nuevas condiciones geopolíticas derivadas del conflicto en Ucrania, así como a la creación de nuevas empresas que puedan servir a los mercados de Norteamérica y Europa en materia de energía y combustibles, lo que impulsa la inversión privada, generando la expectativa de nuevos empleos y mayor recaudación fiscal.

Y el quinto factor es el manejo de variables que inciden en la inflación por parte del gobierno federal, a través de subsidios y negociaciones con productores e intermediarios de alimentos, que disminuye el deterioro del poder adquisitivo.

Si bien es cierto que una proporción del éxito de la economía mexicana tiene que ver con la suerte de que todos estos factores se conjuguen en forma virtuosa, también lo es que para jugar se requiere tener buenas cartas, lo que antes nunca recibíamos con los crupieres neoliberales. Por fortuna con el gobierno actual nos cambiaron el crupier.

El filósofo alemán J.W. Goethe dijo algo que hoy aplica bien a los neoliberales: “Esos idiotas nunca entenderán cómo van encadenados los méritos y la suerte. Si tuvieran la piedra filosofal, a la piedra le faltaría el filósofo”.