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El Milagro Mexicano: El despertar de la conciencia colectiva (Capítulo 9)
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El Milagro Mexicano: El despertar de la conciencia colectiva (Capítulo 9)

En los capítulos anteriores hemos hablado entre otras cosas, de economía, seguridad social, seguridad pública, educación y salud pública. Hoy nos concentramos en la fuente verdadera del milagro mexicano que es el despertar de la conciencia colectiva, haciendo posible que se detonara la 4ª transformación de México, con la que estamos avanzando a un ritmo literalmente impresionante como economía y sociedad.

El despertar de la consciencia colectiva en México no se dio por generación espontánea. Como los saqueos de De La Madrid y Salinas se hacían en las cúpulas del dinero sin que la prensa las publicara, la gente empezó a darse cuenta sólo a partir de la experiencia vivida en carne propia, sin que ningún intermediario de la desinformación tuviera que interpretarla; así en 1995 comenzó esta experiencia durante el sexenio de Ernesto Zedillo, cuando una enorme proporción de quienes eran usuarios de la banca, perdieron sus bienes por el crecimiento desmesurado de los intereses de sus deudas, que derivaron en una imposibilidad de pagarlas.

Mientras se rescataba a los dueños de los bancos y a los oligarcas que debían cantidades insospechadas a través del mecanismo llamado Fobaproa. Ese “rescate” de los deudores más ricos y de los bancos ineficientes e irresponsables, que se terminaron vendiendo a los extranjeros, nos ha costado hasta hoy 2 billones de pesos a los mexicanos y todavía nos falta pagar un billón más, que seguiremos amortizando hasta el año 2070.

Vicente Fox fue otro de los neoliberales que más abonó para el despertar de esa consciencia, cuando además de las trampas que lo ayudaron a llegar a la presidencia, contó con el apoyo de muchos mexicanos que creyeron en un cambio, para finalmente defraudar esa confianza con un gobierno entreguista e ineficaz y traicionar a la democracia atropellando la voluntad del pueblo en la elección de 2006, al robarse la presidencia, imponiendo a Calderón en forma antidemocrática, operando un lamentable retroceso político en el país.

El desempeño de Felipe Calderón es uno de los factores que nos hizo entrar en shock a partir de su guerra contra el narcotráfico, que en realidad era una simulación para asociarse con ellos, quedándose con una parte del botín, al tiempo que comenzaba a destruir la industria petrolera y desmantelaba completamente la eléctrica, para favorecer a sus amigos de empresas extranjeras de energía, a cambio de los sobornos que recibían los panistas y priistas incrustados en el gobierno asociado con el crimen organizado.

En este sexenio la mancuerna de socios gobierno y crimen organizado, se fue contra el pueblo incrementando en 200% los homicidios dolosos, desapareciendo a casi 50 mil ciudadanos y desplazando a más de un millón que tuvieron que huir de sus lugares de origen a causa de la violencia. Sin embargo a pesar del tremendo impacto que este gobierno asesino y ladrón tuvo en la sociedad para sacudir la consciencia, en la siguiente elección presidencial pudieron más el dinero de las dádivas, apoyado con la fuerza de desinformación de los medios de propaganda, colocando de nuevo en el poder a uno de ellos, Peña Nieto, vendiéndonos una historia barata de cuento de hadas con un resultado devastador.

La manifestación de la consciencia colectiva se dio en ese último gobierno neoliberal que no hizo nada para detener la tendencia ascendente en los índices de delincuencia organizada, que promovió la de cuello blanco entregando contratos, concesiones y privilegios, donde cada uno de éstos oligarcas voraces extranjeros, se llevaba una parte de nuestras riquezas y de nuestra soberanía, a cambio de repartir limosnas entre los funcionarios corruptos. Un buen ejemplo es el caso de Ancira de Altos Hornos, que se robó 200 millones de dólares y le dio 10 de comisión al director de PEMEX que entonces era Emilio Lozoya para que hiciera el trabajo sucio.

La revolución de las consciencias estalló con la expansión de las redes sociales que exhibieron la suciedad del gobierno y su desprecio por los ciudadanos, el silencio cómplice junto con las mentiras de la prensa, las dimensiones del saqueo descarado, la desatención a la ley. En resumen, un sexenio plagado de profesionales de la transa y el robo a quienes el país no les interesaba en absoluto.

Los eventos detonadores de la manifestación de esa consciencia fueron el caso Ayotzinapa, donde todas las fuerzas coercitivas del Estado se usaron para proteger la cocaína de un narcotraficante, desapareciendo y asesinando a 43 estudiantes de la normal rural y por otro lado el asunto de la Casa Blanca, donde el descaro más absoluto en los privilegios inmerecidos de los gobernantes, golpeó con fuerza la cara de la sociedad.

Esta consciencia colectiva despierta se manifestó en julio de 2018 como una revolución electoral pacífica, pero avasallante, eligiendo la opción que nos presentaba propuestas diametralmente opuestas a todo lo que habíamos tenido que experimentar con los gobiernos podridos que sufrimos hasta ese momento.

En las urnas no se tomó una decisión emocional, sino una reflexionada y madura, que entre otras cosas derivaba de la comunicación ciudadana en las redes sociales, que relegó a los medios de desinformación, reconociéndolos como instrumentos de esos regímenes podridos, usados como herramientas de manipulación y promotores de la confusión.

Ya en 2017 solamente la mitad de los ciudadanos tenía confianza en las noticias que se publicaban a través de los medios de información y esta confianza continuó así hasta finales del 2019, cuando se desató la promoción mundial de la pandemia de COVID, donde los ciudadanos comenzaron a ver más claramente el desempeño verdadero de ésos los medios que actuaron como promotores activos de la desinformación, la mentira, así como el montaje criminal, provocando que más personas se infectaran y hubiera más decesos de los que deberían haberse registrado.

En 2020 el hecho de que la opinión pública pudiera contrastar la información diaria y puntual que proporcionaba el gobierno de México sobre los detalles diarios de la pandemia, con la que difundían los medios convencionales, provocó que esa confianza de los ciudadanos en las noticias se desplomara en 11 puntos porcentuales, cayendo desde el 50% hasta quedar sólo con el 39%.

Esto también sucedió en el resto del mundo, donde la confianza en las noticias era menor que la que había en México, en niveles de 42% en 2019, cayendo a 38% durante 2020. Sin embargo en el resto del mundo, este nivel de confianza se recuperó en 2021, subiendo de 38 a 44%, mientras en México ya no repuntó y para colmo en 2021 bajó otros 2 puntos para colocarse en 37%, evidenciando que la mayoría de los ciudadanos presumiblemente siguían confiando más en medios alternativos de redes sociales que en los convencionales.

Esta percepción se fue consolidando a través de los procesos electorales que vivimos en 2020 y 2021 los cuales fueron muy intensos, dado el nivel de politización alcanzado por los mexicanos que ahora estamos pendientes de lo que hace el gobierno federal, al igual que observamos con atención el desempeño de los gobiernos locales, contando con dos instrumentos fundamentales: La conferencia matutina del presidente, donde se informa puntualmente de los avances de planes y proyectos, así como la experiencia ciudadana sobre dichos planes y proyectos, que se expresa profusamente en las redes sociales.

En 2023 estos factores combinados han llevado la confianza que los mexicanos tenemos en las noticias de medios tradicionales a un nivel de 36%, observándose una tendencia a la baja, porque ya difícilmente tienen la oportunidad de engañarnos.

En forma simultánea, la politización ciudadana mantiene activa la discusión pública de las ideas, la comunicación bidireccional y la protesta colectiva, que son instrumentos esenciales de la democracia en la que vamos avanzando rápidamente.

Como resultado de esta politización y de la experiencia vivida todos los días al darnos cuenta de que hoy en México las promesas del gobierno sí se cumplen, en los procesos electorales de los últimos 5 años el partido oficial y sus aliados se han consolidado en 23 estados del país, ganando 20, dejando al PAN y al PRI que son las fuerzas políticas apoyadas por los medios convencionales y los oligarcas, en 3º y 4º lugar después de Movimiento Ciudadano.

Hoy Morena y sus aliados gobiernan a 88 de los casi 120 millones de mexicanos en 23 estados, con Movimiento Ciudadano gobernando sobre 14 millones en dos estados, el PAN con 11 millones en 5 estados y el PRI sobre 5 millones en 2 estados.

Hoy está en proceso ya la selección de Morena y sus aliados para elegir quién coordinará la defensa de la transformación, que posteriormente ocupe la candidatura de la alianza hacia el 2024 y por primer a vez en la historia se hará mediante encuestas, donde los ciudadanos elegirán al coordinador, en un ejercicio que permite el planteamiento de propuestas concretas para su trabajo y para el futuro del país, que los mexicanos podremos evaluar y contrastar objetivamente.

Esta es la esencia del Milagro Mexicano, una ciudadanía politizada, consciente, pendiente y orientada hacia donde queremos que el país se dirija, con integrantes libres que podamos decidir sobre quién gobierne y cómo administre los bienes que son de todos los mexicanos.

Para quienes estén interesados en consultar esta información directamente en las fuentes de dónde se obtuvo, les sugerimos referirse al sitio web del Instituto Nacional Electoral, a la del Instituto Federal de Telecomunicaciones, al Digital News Report de 2023 y al Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática.

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