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El delirio fanático de la derecha
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El delirio fanático de la derecha

La actitud cómplice de la derecha se expresa muy frecuentemente a través de la destrucción, la violencia y la pérdida irreparable de vidas.

Cómo olvidar la frase del Carnicero de Morelia, Felipe Calderón, cuando frente a una audiencia digna del Coliseo romano, expresó entre aplausos, gritos eufóricos y vivas, que “a los violentos había que combatirlos con violencia”. Lo que no dijo pero que sí llevó a la práctica, es que a los no violentos se les daría el mismo tratamiento si no estaban de acuerdo con las tropelías de su grupo delincuencial.

Celebrar la destrucción es tan indispensable en la vida de los fachos, que si no existe alguna tragedia la inventan y la anuncian para festejarla, como cuando anunciaron el primer fallecimiento de una persona a causa del Coronavirus, varios días antes de que esto llegara a ocurrir.

Es una necesidad enfermiza que les sirve como medio de control. Durante la pandemia por desgracia mucha gente iba a morir, pero a ellos les urgía decirlo, así que se adelantaron publicando la primer muerte cuando todavía no sucedía.

Lo mismo les acaba de pasar con la salud del fiscal Gertz Manero. No faltó quien anunciara su fallecimiento y fuera secundado por cientos de zombis que salieron a festejarlo en las redes sociales, celebrando alegremente con todo tipo de arengas y comentarios patéticos durante todo el día, aunque fueron desmentidos al día siguiente.

A la derecha y a sus medios de desinformación, les encanta organizar sus escenarios macabros, llenos de tragedia, dolor y sufrimiento, siempre que puedan culpar a sus odiados opositores y todos aquellos que no están de acuerdo con su inclinación enfermiza.

Otro ejemplo de este comportamiento, fue cuando apoyados por sus cómplices del crimen organizado, que se dedicaron a quemar tiendas de conveniencia y vehículos en 3 estados del país, después de la detención de algunos generadores de violencia, los mismos medios convencionales manipuladores, como voceros de la propia delincuencia, hicieron su mejor esfuerzo para difundir un escenario dantesco, casi del fin del mundo, cuando en esos sucesos no hubo ni un solo fallecimiento.

Todo esto aderezado por las hordas de tontos útiles en redes sociales, que ante las pantallas de sus celulares, festejaron alegremente la desgracia ajena y el fin del actual gobierno.

Ellos son incapaces de escuchar opiniones distintas a las suyas y mucho menos discutir o reflexional nada, simplemente convierten en enemigos acérrimos que merecen ser destruídos, a todo aquel que piense distinto a ellos.

El debate, la discusión pública de las ideas, la protesta ciudadana, que son elementos inseparables de la democracia, así como todo lo que huela a algo diferente a su discutible estado de confort, debe destruírse con violencia, para que no le queden ganas a nadie de volver a caer en esa tentación.

Así festejaron recientemente la pérdida de vidas en Rusia después de un ataque ucraniano, porque “son malvados y lo merecen”, pero también lo hicieron con los caídos de Ucrania, para poder acusar a Putin y a su pueblo de genocidas, manipulando la información a su antojo.

Están tan vacíos que los motiva la oscuridad de la desgracia; la publican, la festejan y si no sucede de inmediato la desean y la anuncian para tener motivo de celebración, aunque sea efímera o imaginaria. Sus cerebros torcidos los convierten en profetas de la destrucción y de la muerte.

Así los describe el ecuatoriano Brayan Chaparro: “Bajo esta oscuridad el cielo me parece muerto, no necesito ayuda. Los cuervos son mis consejeros”.

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