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El boomerang de opinión pública
El día, Opinión

El boomerang de opinión pública

Postigo

@Josangasa3

La información como factor al servicio de los políticos se ha fracturado en México de manera irreversible de un lustro a la fecha. La caída de los dos mitos que servían de autopista de dos carriles de la información que fortalecía el régimen, se derrumbó.

La estrategia de la filtración de información, falsa o cierta, era dada a los distribuidos de rumores que se denominaron líderes de opinión. Se trabajó, en un principio, en la imagen de los comunicadores que debían ser adiestrados en las artes de la alabanza y la tenebra política. 

No era necesario que tuvieran conocimientos de ciencia política, incluso no era indispensable saber escribir, bastaba con dar buena imagen a cuadro en la televisión y ser serviles.

Una vez entrenados los perros de guerra de la comunicación, sirvieron de puente entre las “noticias filtradas” que debían dar a conocer en los diferentes medios y la población. El nado sincronizado siempre ha existido, sobre todo cuando se trataba de hundir enemigos políticos que los funcionarios públicos querían quitar del camino.

Entonces, los analistas, columnistas, reporteros, articulistas creaban descontento alrededor de esa persona que muchas veces ni siquiera sabía lo que se decía de él hasta que lo veía publicado en los periódicos en una información que “creaba la opinión pública” del país, la desarrollaba y consolidaba.

Al mismo tiempo, un grupo de analistas políticos, con conocimientos políticos y ágiles plumas a sueldo, trabajaban, en corto, para los políticos realizando una serie de prospectivas para apoyar a los políticos a la hora de tomar decisiones, pero, sobre todo, a la hora de manipular la información. En muchas ocasiones estos analistas eran lo que “filtraban” la información hacia los columnistas que difundían en los medios las ideas preponderantes para crear descontento sobre una persona, una disposición de gobierno, una ley reformada, una declaración, etc.

Así, líderes de opinión y opinión pública eran herramientas de la misma tlapalería. Los líderes de opinión fueron los que daban la cara para beneficiar o perjudicar a alguien dentro de la política. La opinión pública contiene el descontento social que provocaron —con premeditación, alevosía y ventaja—, los líderes de opinión en beneficio o perjuicio de los que se quiere apoyar o hundir. Pero los hilos los maneja una sola mano.

El aparto de los medios tuvo en sus dos herramientas los mismos objetivos, pero los colocó en los medios para simular la democratización de la realidad nacional. Castigar a quienes se salían de este método no sólo servía para mostrar autoridad y poder sino porque la maquinaría de las noticias sufría descomposturas que a veces tardaban tiempo en reparar, de ahí que la represión para acallar la libertad de expresión haya sido una constante en los anteriores gobiernos.

Se castigaba a quien se salía de los lineamientos informativos que no permitía ni errores ni diferencias, y se castigaba la alternativa que brindaba una percepción diferente de la realidad. Un tema se lanzaba influía en la opinión público y regresaba a las manos de quien lo había lanzado con el descontento o con el apoyo social como plus.

La información que se emitía, la que se recababa, la que absorbía siempre estaba al servicio de los políticos. La parte seria que adoptaban como insumo para ascender en su carrera y la carroña que arrojaban al pueblo en forma de noticias para beneficiarse también ellos, tenían el mismo objetivo y los resultados les funcionaban. Los consolidaba.

 

 

 

 

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