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El abrazo de Milei y Trump, la ultraderecha se agrupa
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El abrazo de Milei y Trump, la ultraderecha se agrupa

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Por Miguel Alejandro Rivera
@MiguelAleRivera

“Mister president!”, le gritó Javier Milei, mandatario de Argentina, a Donald Trump cuando lo encontró tras bambalinas en la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC), organizada por la Unión Conservadora Estadounidense (ACU), desde el miércoles 21 pasado hasta el sábado 24 de febrero.

Ambos se abrazaron con efusividad, en un acto fraterno entre dos personajes de conservadores rendidos a los pies del neoliberalismo y los grandes capitales internacionales. “Make Argentina great again!”, le respondió Trump a Milei, quien concluyó de la única forma que él podría: “¡Viva la libertad, carajo!”. Un fantasma recorre el mundo, el fantasma de la ultraderecha.

En el sur, el domingo pasado, Sao Paulo, Brasil, también vivió su dosis de ultraderecha: Jair Bolsonaro, expresidente del país sudamericano mostró el músculo ante las acusaciones de haber orquestado intentos de golpes de Estado contra Lula da Silva y reunió a miles de sus simpatizantes para decirles: “No podemos aceptar que un poder eliminación del escenario político a quien quiera que sea, a no ser por un motivo justo. No podemos pensar en elecciones aparte a los opositores”, pues desde 2023 está inhabilitado ocho años para ser elegible en su país a un puesto público.

Volviendo al evento de Washington, las palabras que en el foro de Davos fueron motivo de burla, entre conservadores se convirtieron en vítores y aplausos: “No dejen avanzar al socialismo, peleen por la libertad”, le dijo Milei a su auditorio, al cual también le habló el propio Trump y personajes como el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, quien no se había definido de forma ideológica y había fundado su gobierno en la lucha antipandillas, pero que, ahora, se muestra como amigo de las derechas del mundo.
Milei usa al socialismo como un concepto malvado que aplica a todo lo que no sea libre mercado: becas, socialismo; atención médica y educación gratuitas, socialismo; el Estado como agente de mejora en la infraestructura urbana, socialismo; subsidios a la electricidad, el agua y otros servicios, socialismo…

El mandatario argentino habla de socialismo como algo sin matices, y, sobre todo, como si por ejemplo, el actual presidente de Estados Unidos, Joe Biden, fuera socialista.
¿Sabemos cuánto daño hizo esa estrategia en los años 60 y 70, durante la guerra fría? Mucho, porque cualquiera que pensara diferente era socialista, y socialista, según los medios masivos, era malo, y como era malo había que eliminarlo, y como había que eliminarlo mucha gente estuvo de acuerdo, en su momento, con prácticas como la que él expresidente de México, Gustavo Díaz Ordaz ejecutó en 1968, porque los estudiantes que asesinó en la Plaza de las Tres Culturas eran socialistas, eran malos.

Discursos simplistas como los de la ultraderecha son peligrosos. La gente, los medios se pierden en la anécdota, en los peinados de Trump y Milei, pero hay que ver que en el fondo, la derecha mundial se está organizando, casi como cuando los obreros y teóricos del sindicalismo se reunieron en la Primera Internacional, así que no se debe demeritar ese nivel de cohesión entre proyectos tan extremistas.

El líder argentino acusa al “socialismo” de tener una agenda asesina, pero apoya la cruzada de Israel contra Palestina y abraza a Trump sin importarle los migrantes que mueren en el río Bravo y los desiertos porque los republicanos odian que “invadan” su patria, una precisamente fundada por migrantes. Milei prometió bienestar para los argentinos, pero está haciendo todo lo contrario de lo que aseguró en campaña, Milei, Trump, Bolsonaro apelan a las pasiones y el hartazgo social, pero son más de las mismas derechas, o peores, porque no se tocan el corazón para aniquilar a diversos sectores sociales.

La existencia de un Estado fuerte es básica para una sociedad desarrollada y, sobre todo, con calidad de vida. No se trata de la desaparición del capital privado, para nada, pero en México podemos verlo perfectamente: instituciones públicas sólidas nos dieron al IMSS, el ISSSTE, la SEP y con ella la Conaliteg, la Conasupo y demás dependencias que significan salud y educación gratuita así como acceso a la vivienda y a un retiro digno. Sin embargo, en la cabeza de empresarios como Carlos Slim, por ejemplo, los trabajadores deberíamos tener una vida laboral hasta los 70 años, como si el ocio, el descanso y la tranquilidad para un viejo fueran un pecado.

Durante el periodo neoliberal, perdimos el derecho a una pensión, el salario mínimo era paupérrimo y Felipe Calderón, más allá de si violento sexenio, abrió las puertas del outsourcing. Estos nuevos “outsiders”, como Milei, no son más que neoliberales recargados que van en busca de terminar los saqueos que no han logrado… La Argentina de 2027 seguro dará la razón a ello.

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