EdoMex: Naufragio del PRItánic
Después de 94 años y 23 gobernadores priistas en el estado más poblado del país, uno de los que más municipios tienen, que ocupa el primer lugar nacional en feminicidio y el segundo en homicidio doloso, los ciudadanos parecen haberse cansado de la mentira permanente, el saqueo sistemático y el fraude electoral que les arrebató la posibilidad de hacer un cambio de partido en el gobierno hace seis años.
En 2017 la maestra Delfina Gómez de Morena ganó la elección a la gubernatura del estado a pesar de que tuvo en contra literalmente a todo el gobierno federal, representado por distintos secretarios de estado enviados por Peña Nieto, como mapaches electorales matraqueros, que repartieron dinero a raudales y presión sobre los habitantes para coaccionar el voto, de los que todavía se encuentra activo y opinando descaradamente José Narro (ex rector de la UNAM).
Tuvo en contra también a las autoridades electorales del estado y a las del Instituto Nacional Electoral, dirigido por otros mapaches como Lorenzo Córdova y Ciro Murayama, que consumaron el fraude interviniendo el sistema de conteo electrónico e impidiendo el recuento de votos en las boletas, operando a fin de que el primo de Peña Nieto fuera el gobernador cuando del nepotismo nadie se quejaba. Entonces el fraude electoral no era un delito grave que pudiera llevar a la cárcel a los que lo cometían.
Ahora las circunstancias son distintas. El PRI está desgastado y apaleado por un desempeño lamentable como gobierno durante Peña Nieto y como opositor después, unido a sus supuestos acérrimos enemigos del PAN y del PRD, en una coalición inconfesable, dirigido por un delincuente desenmascarado públicamente como Alito Moreno.
Para competir en este proceso no pudo ya designar a un primo del presidente en turno, porque esa oportunidad la perdió después del desastre de su último gobierno. El PRI escogió entonces a una candidata que representa la figura política de un peso medio, que trae arrastrando múltiples acusaciones de fraude, desvió de recursos públicos y sobornos en su carrera política, que es brillante sólo por el dinero que desapareció desde los puestos que ocupó.
Hoy el delito electoral se considera grave y no alcanza fianza, por lo que todos estos priistas acostumbrados a practicarlo tan liberalmente, es muy probable que terminen encerrados en algún penal. Córdova y Murayama ya no encabezan el INE y la posibilidad de esperar ayuda desde ahí es impensable. Tampoco hay dinero federal saliendo de los bolsillos de secretarios de estado para regarse por las calles de los municipios.
Actualmente el PRI cuenta con su equipo local de mapaches, el dinero que se puedan robar del presupuesto de estado, el apoyo incondicional del órgano electoral estatal y su desesperación que los mueve sin control para cometer cualquier ilegalidad que se les ocurra. Como ha sido siempre en los últimos tiempos, la candidata recorre el estado con las mismas promesas externadas por innumerables candidatos priistas durante los últimos 93 años, cuyos resultados nunca llegaron.
A cambio la maestra Delfina está haciendo lo mismo que hace 6 años, presentando propuestas claras y concretas para los problemas ancestrales que los gobernantes del PRI nunca resolvieron, recogiendo las necesidades y exigencias de los ciudadanos en todos los municipios para afinar sus propuestas, con su estilo personal empático y cercano a la gente.
Esta vez el PRI ya está sufriendo la derrota y parece que el gobernador Del Mazo pasará a la historia, no como el primo del presidente en turno que se robó una elección, ni por haber hecho un gobierno medianamente decente en medio de un proceso permanente de saqueo, sino por ser el último gobernador del PRI en el Estado de México y quien entregará el gobierno a un militante de otro partido por primera vez en casi 100 años.
Como dijo el escritor japonés Kobo Abe: “La derrota comienza con el temor de que uno ha perdido”.