Por José García Sánchez
La invasión a territorio mexicano a través de la irrupción policiaca violenta en la embajada mexicana en Quito, Ecuador, es parte de un todo. Ya, Verónica Sarauz, ex esposa del asesinado candidato a la Presidencia conservador y enemigo acérrimo de Rafael Correa, Fernando Villavicencio, había declarado en un tono evidentemente panista: “López Obrador no tiene calidad moral de hablar de democracia, pues, dijo, el gobierno mexicano mantiene vínculos con grupos que también mantienen operaciones en Ecuador”. Y le exigió “Silencio”.
Uno de los problemas que acarrea tener mandatarios empresarios es que desconocen la política, y como en este caso, el Derecho Internacional. La invasión a territorio mexicano para el imberbe Daniel Roy Gilchrist Noboa, es un acto al que tiene derecho. Su segundo nombre significa “Rey servidor de cristo”, según confesión de su propia madre. Nadie más que él debió dar la orden del allanamiento pero él también recibe órdenes. Habla de soberanía cuando es el primero en violar el de su propio país obedeciendo instrucciones del extranjero.
La planeación del golpe de Estado contra Andrés Manuel López Obrador mantenía un perfil evidente pero muy frágil, por lo mismo que su obviedad cancelaba toda sorpresa. Hacía falta un golpe más espectacular, que diera la vuelta al mundo en el momento que sucediera, y Noboa se acomidió a hacer el trabajo sucio de los conservadores estadounidenses, finalmente su tierra es Miami, donde nació hace sólo 36 añitos. Es hijo del hombre más rico de Ecuador, lo cual no es un defecto, sólo una referencia.
Estudió administración de Negocios en la Universidad de Nueva York, estudió la maestría en la Kellogg School of Managment. Un año después, consiguió la maestría en Administración Pública en la Universidad de Harvard. Cursó la maestría en Comunicación Política y Gobernanza Estratégica en la Universidad George Washington. Habla mejor el inglés que el español. Lo que muestra que es más gringo que ecuatoriano y ha vivido más años del otro lado del Rio Bravo, que en el país que hoy gobierna finalmente luego de cinco intentos frustrados por llegar a la Presidencia el 15 de octubre del año pasado. Desde luego, ya muchos ecuatorianos se arrepintieron de favorecerlo con su voto y difícilmente concluirá su mandato dados los conflictos internos en ese país, los cuales trató de acallar con un enemigo común de todos los ecuatorianos pero se equivocó, escogió al enemigo equivocado.
El alarde que hizo desde su campaña en busca del voto de declararse el enemigo número uno de Rafael Correa, le valió que los votos de la derecha se unificaran. Como es característico de la derecha, infundió miedo en la población, a través de los medios, por la supuesta presencia del terrorismo y se montó en el terror para ganar en las urnas.
Este hombrecillo de ultraderecha decretó el 8 de enero de 2024 el estado de excepción después de la fuga de Adolfo Macías, jefe del grupo delictivo Los Choneros. Al día siguiente decretó la existencia del conflicto armado interno de Ecuador, luego de que se desatara una ola de violencia en el país. Para el 18 de febrero de 2024 el gobierno anunció más de 8600 detenidos, de los que 241 fueron capturados acusados de “terrorismo”, siendo en realidad disidentes.
En octubre de 2023, fue denunciado por el diario brasileño Folha de S. Paulo por aparecer en los Panamá Papers, empresas en paraísos fiscales, por lo que incumpliría la Ley del Pacto Ético, aprobada tras la consulta popular de 2017, que prohíbe a los candidatos a cargos públicos de elección popular ser propietarios directos o indirectos de bienes o capitales, de cualquier naturaleza, en jurisdicciones o regímenes considerados como paraísos fiscales.
Los Panamá Papers señalan que Daniel Noboa y uno de sus hermanos, son los principales beneficiarios y propietarios de Lanfranco Holdings S.A., una entidad con sede en Panamá, dicha empresa está vinculada a fundaciones controladas por su padre, Álvaro Noboa Pontón, destinadas a la manutención de la familia Noboa.
Lo candidatos de la oposición en México deberán insistir en condenar la invasión a territorio nacional, no basta con ser puntuales en el rechazo, deberán convencer que nada tienen que ver y aún así hay dudas.
Desde luego que aparecerán alumnos de Lilly Téllez, apoyando las medidas del presidente Noboa, pero la violación de una invasión armada y violenta debe ser sancionada, no sólo con el desprecio de los mexicanos hacia el títere estadounidense sino con severidad.
Estados Unidos también deberá demostrar, aunque sea de forma y no de fondo, que nada tuvo que ver con el hecho, aunque sea el principal sospechoso como autor intelectual.