Calderón espera justicia “a la carta”
♠️♦️♣️♥️ Las cartas sobre la mesa ♠️♦️♣️♥️
Por: Laura Cevallos
@cevalloslaura
En un foro sobre turismo y aviación, en Madrid, Felipe Calderón se atrevió a decir que no confiaba en el veredicto de culpabilidad que el jurado de la Corte del Distrito Este de Nueva York, en Brooklyn, aprobó unánimemente por los cinco cargos que la Fiscal Saritha Komatireddy propuso para el #JuicioDelSiglo y que pone, por primera vez en el estrado, a una autoridad mexicana de tan alta envergadura. Felipe abundó en la duda, señalando que se había quedado con las ganas de ver todos los testimonios, las pruebas de audio, video, fotografías, recibos y demás documentales que la fiscalía había ido recopilando a lo largo de varios años de inteligencia e investigación para la acusación de García Luna.
Esta es -lo jurito-, la primera y única vez que estaré de acuerdo con Felipe en una cosa: nosotros también nos quedamos con muchísimas ganas de conocer con mayor profundidad todas esas pruebas que pudo reunir el equipo de la fiscalía, para demostrar que el “súper policía” había aprovechado las diversas funciones de poder que ocupó para tejer redes de contubernio con diversos grupos delincuenciales pero que, en el sexenio calderonista, sus nexos criminales fueron plenamente favorecidos para ser copartícipes del gobierno usurpado en 2006 y que, para legitimarse, rompió el pacto social e inició una guerra fraticida con el pretexto del exterminio del crimen organizado. En lo que siempre estaremos en desacuerdo, es en las razones de esa duda, porque a Felipe se le escucha un tono retador, como diciendo “no presentaron más porque no hay evidencia real”, y propone que no son creíbles los dichos de “criminales confesos que, además, fueron aprehendidos y extraditados en su administración”. Mentira.
Edgar Veytia, quien fue fiscal de Nayarit, no sólo colaboró con Calderón, sino que por sus órdenes expresas, cuidaba al negocio y territorios del Chapo Guzmán (que siempre es bueno aclarar, era el segundo en el cartel de Sinaloa, porque el jefe, era y sigue siendo el intocable Ismael, Mayo Zambada, aun y cuando hayan capturado a su hijo y hermano, él continúa al frente, aunque en la sombra); también estuvo atestiguando Anthony Wayne, que en su calidad de embajador de Estados Unidos en México se reunió con García Luna y, aunque no aseguró ninguna acusación contra el juzgado, tampoco las desmintió y deslizó la idea de que la seguridad y la actuación de la policía estaban bastante deslustradas.
Otro que tampoco era un delincuente de marca, fue el entonces secretario de finanzas en el gobierno de Humberto Moreira, Héctor Javier Villareal, y quien aseguró que se pagaban mensualmente, 25 millones de pesos a El Universal, para mantener con buena reputación al super policía; otro es Francisco Cañedo que era policía federal y atestiguó una reunión entre Genaro, Arturo Beltrán Leyva “El Barbas” [quien en un inicio, junto con sus hermanos, eran miembros del Cartel de Sinaloa, propiedad como ya dije, de El Mayo Zambada] y Edgar Valdés Villarreal “La Barbie” [un informante convertido en capo por sus buenos oficios de narcotraficante] y que informó a sus superiores sobre el encuentro, pues sabía que no se trataba de algo bueno. Un último expolicía, Raúl Arellano, que trabajaba dentro del aeropuerto Benito Juárez de la Ciudad de México y atestiguó por años la connivencia de las autoridades y los narcos que traficaban abiertamente en ese puerto aéreo.
De los delincuentes, que sí lo son, están el testimonio del Rey, hermano del Mayo, detenido por la traición confabulada entre Genaro y su cártel favorito, bajo la comandancia del Chapo; está el Conejo, Harold Poveda, colombiano con quien Genaro traficó, al menos 1ooo toneladas de cocaína hacia Estados Unidos; el Lobo, Óscar Nava, líder del cartel del milenio, que se aliaron con el de Sinaloa, y que luego se convirtió en el Jalisco Nueva Generación, cuando se escindieron de aquél y que pagó directamente a García Luna, sobornos por más de 10 millones de pesos por los favores propios de su cargo y poder. También están el Futbolista y Tolentino, que no tuvieron contacto directo con García Luna, pero eran traficantes y sobre su testimonio se abordó la red de distribución en Estados Unidos.
Con quien se cerraron las testimoniales fue con un capo, proveniente de las filas de reclutamiento de la policía. El Grande fue policía en corporaciones estatales y la federal, antes de ser uno de los más importantes miembros del Cartel de Sinaloa, pero del lado de los hermanos Beltrán Leyva. Su testimonio fue contundente porque refirió que desde que era director de la Agencia Federal de Investigación, García Luna colaboraba abiertamente con el Cartel de Sinaloa, y por ello, sus sobornos mensuales eran de al menos 1 millón de dólares. También explicó la forma en que García Luna manejaba a todos los órdenes de mando de las corporaciones de seguridad pública, policiacas y militares, además de funcionarios de cualquier nivel y ámbito. Cerró con una frase lapidaria: Con ayuda del gobierno, el Cártel creció en cuanto a territorio, en la cantidad de drogas que movíamos y eliminó a sus enemigos.
Sin duda que hicieron falta decenas de testimonios, al menos de los 70 que habían ofrecido inicialmente, pero hay que recordar algunos detalles: primero, que la defensa logró que el Juez Cogan admitiera las acusaciones contra García Luna era funcionario mexicano, y sin duda, muchos de esos testimonios irían a demostrar la forma en que este sujeto siguió traficando con información y drogas a cambio de dinero, tal y como recién ayer se informó que el PAN, bajo el mandato de Gustavo Madero, pagó al menos 1millón 160mil pesos por servicios de seguridad privada, servicios de asesoría y estudios técnicos de ingeniería y arquitectura a la empresa de la que son titulares Genaro García Luna, al 85% y Linda Cristina Pereyra, al 15% (situación chusca que hace que el “líder del PAN”, diga que solo hay ese contrato, pero no hay otro y que lo están usando como parte de la persecución y como intento desesperado de desprestigiar a la más firme oposición de nuestro país) JAJAJA, los desesperados son ellos, y claro que son perseguidos, porque en sus 12 años de gobierno y los 10 posteriores, hasta la fecha, no han dado muestras de que son algo distinto.
También haría falta escuchar en una Corte de Justicia, a todos los funcionarios que, en su momento, denunciaron directamente a García Luna por su abierta predilección y colaboración con el Cártel de Sinaloa: el General Tomás Ángeles Dawahare; el entonces director de la PFP, Javier Herrera Valles y varios policías que denunciaron anónimamente por temor a las represalias del muy violento GGL; las denuncias del Secretario de Gobernación y panista Francisco Javier Rodríguez Acuña y por supuesto, víctimas directas de este contubernio nefasto.
Al inicio del sexenio de Calderón, cuando Genaro tuvo más exposición y libertad para llevar a cabo su plan de amasar un grupo de poder que lo fuera llevando al punto de suceder al propio Felipe, tuvo la ocurrencia de decir que para que las corporaciones policiacas funcionaran, debían contar con gente infiltrada en la institución. Así lo escribió en su obra de 2006 “¿Por qué 1,661 corporaciones de policía no bastan?: pasado, presente y futuro de la policía en México”, que dice: “La delincuencia, en particular el crimen organizado, tiene mayor ventaja si cuenta con gente infiltrada en la institución que si la tiene fuera. Es más útil con información sustantiva, con acciones de traición institucional y a la sociedad, si está dentro de la policía, que si está en la calle.” Pero también declaró que la policía no estaba mal, sino que le habrían abierto la puerta a los miembros de la delincuencia a los más altos puestos dentro de las corporaciones.
Ahora bien, si un “mandatario” recurre a la violencia como método para establecer la paz, indudablemente el estado de derecho desaparece, porque se violan todas las conquistas de las personas en materia de derechos humanos, como la libertad de expresión, la libertad de reunirse y manifestarse, la libertad de migrar con seguridad, el derecho sobre sus cosas y papeles y de ser considerados inocentes en un juicio justo. En cambio, las personas dejamos de tener seguridad para manifestarnos contra el gobierno sin saber si regresaríamos a casa; los periodistas que se atrevieron a ir más allá de la opinión que favorecía al gobierno dejaron de existir o fueron silenciados y/o exiliados; los mexicanos que huyeron de sus tierras a causa de la violencia fueron etiquetados como daños colaterales o delincuentes, y desde luego, a miles de personas se les violaron todas las prerrogativas del libre proceso y fueron atacados en sus derechos básicos e incluso, acusados en juicios fabricados que justificaran los buenos oficios de la secretaría de seguridad pública que comandaba García Luna.
Para poder llevar a cabo estas acciones, el “presidente-haiga-sido-como-haiga-sido” se allegó de personas igualmente violentas e inescrupulosas a las que no les importara parecer legalistas, sin respetar ninguna ley natural, con tal de obtener dinero + poder a cualquier precio. Y esa simulación la llevaron al punto en el que estamos ahora: después de casi dos sexenios después, Calderón ha elegido el camino de la negación, de la amnesia selectiva y a sostener que su sexenio es el único que ha combatido frontalmente al crimen organizado y que como hombre de leyes, nunca se saltó ninguna.
Regresamos al punto de origen: a Calderón no le parece que en Nueva York se haya llegado a demostrar plenamente la culpabilidad que Genaro -y por extensión, él-, tuvieron cada día de ese sexenio nefando y se atreve a decir que nos hizo falta más pruebas.
¿por qué no fueron más lejos con esas preguntas? Porque con quienes se entendieron esos negocios son miembros prominentes de la política norteamericana; son las personas de las más altas esferas del poder ejecutivo, de las agencias antidrogas y de seguridad: CIA, DEA, FBI; de policías que también simulaban ser parte de células criminales allá, para “seguirle la pista” a las drogas trasegadas desde aquí, al tiempo que rastreaban las armas y dinero enviadas hacia acá.
Porque al desvelar esos nexos de putrefacción se demuestra que el narcotráfico ha sido un negocio más que jugoso para el vecino del norte que tan afanosamente busca “desmantelar” a los grupos que producen y venden estupefacientes a su población. Porque así no podrían seguir justificando las incursiones violentas en países de América Latina o, como lo vimos hace apenas unos días, intentar retomar el control de los grupos delincuenciales calificándolos como “terroristas” y, al ser el policía mundial, decidir dónde y cómo va a atacar, siempre con la intención clara de dominar y obtener ganancias.
Porque si se hubiera continuado con esas inquisiciones, no sólo Calderón se estaría preguntando “¿por qué a mí?” desde la misma Corte donde han juzgado a sus socios, sino lo estaría acompañando Vicente Fox y sus respectivos gabinetes, a los que infectó García Luna con su corrupta presencia.
Porque, a fin de cuentas, la justicia de Estados Unidos nunca va a proteger a otros pueblos que no sean directamente el estadounidense y porque ellos persiguen la restitución de sus derechos, no de los nuestros.
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