Como los palestinos, los perdedores del mejor de los mundos
Textos y Contextos
Por Miguel Alejandro Rivera
@MiguelAleRivera
Apenas este domingo, unos 4 mil rohingyas se quedaron en la calle tras un incendio del campamento en el que vivían en el sureste de Bangladesh, hecho que presuntamente fue provocado. ¿Por qué esto debería importarnos?, ¿por qué preocuparnos por un pueblo que vive en Asia y trata a diario de encontrar un poco de calma.
Los rohingyas son una minoría musulmana apátrida asentada mayormente en Myanmar, pero que logran establecerse en algunas otras regiones. Su último éxodo se dio en 2017, cuando estalló la violencia en el estado de Rakhine, que obligó a más de 742 mil personas a buscar protección en Bangladesh, según la agencia para refugiados de la ONU.
Para no ir tan lejos, apenas la Navidad pasada, las Naciones Unidas rogaban por apoyo internacional para rescatar a 185 miembros de este pueblo perdidos a la deriva en el océano Índico, pues buscaban migrar a un país en el que no fueran perseguidos, ante un genocidio contra ellos reconocido por instancias internacionales. Al llamado de la ONU para salvar a esa gente perdida en el mar nadie hizo mucho caso. Lo peor es que también el 25 de diciembre de 2022 se reportó una situación prácticamente igual: esa gente está obligada a naufragar muy seguido.
Es innegable que la guerra en Oriente Medio entre Israel y Hamás se llevó los reflectores de la agenda internacional durante la segunda mitad del 2023, lo que provocó que se generaran debates, análisis y demás productos comunicacionales que trataron sobre los judíos y su historia, la Franja de Gaza y, sobre todo, de la nación palestina y su muy difícil devenir a partir de 1948, cuando se fundó el Estado de Israel.
Dichas discusiones son más que pertinentes, pues, en efecto, el pueblo palestino es uno de los grandes perdedores del concierto internacional de la posguerra, sin embargo, existen muchas sociedades que nos hacen recordar uno de los títulos más celebres del periodista Günter Wallraff: Con los perdedores del mejor de los mundos.
Y es que aunque Wallraff se refiere a sus investigaciones sobre la discriminación y el clasismo en Alemania, ahora que 2024 comienza no debemos dejar de ver cómo este siglo XXI, repleto de avances tecnológicos, ciencia y sociedades interconectadas, es un rotundo fracaso para la mayoría de los seres humanos en el planeta.
Aquí algunos ejemplos. El Kurdistán es otra zona de Oriente Medio donde la población quedó en el abandono de las instancias internacionales bajo el contexto de la Primera Guerra Mundial. En 1916, Francia e Inglaterra firmaron el tratado de Sykes-Picot para definir el grado de influencia y control de ambos países en los territorios del Imperio Otomano en caso de que la Triple Entente lo venciera, lo cual sucedió.
Como Turquía, varias sociedades lograron ser reconocidas como Estados-Nación, no así el Kurdistán, cuya población quedó desperdigada en esos nuevos países. En Siria o Irak su sociedad no la pasa tan mal, pero los turcos, que tanto defienden a los palestinos, tienen su propia cruzada contra un grupo étnico que simplemente quiere un pedazo del mundo donde tener un hogar seguro.
Apenas la pasada Navidad, Turquía intensificó los bombardeos contra los kurdos, aunque en Irán, casos como el de Mahsa Amini, kurda asesinada por la Policía de la Moral en 2022 por no usar bien el velo, dan cuenta de la persecución de dicho pueblo.
Otra muestra de sociedades asediadas son los saharauis, al norte de África. La República Árabe Saharaui Democrática fue un territorio tomado por España en 1884, en el marco de las Conferencias de Berlín (1884-1885). Casi cien años después, en 1973, se formó el Frente Polisario para luchar por la libertad de esta nación, que, en 1975, comenzó a sufrir el acoso del ejército de Marruecos, a través de la llamada Marcha Verde, pues el país vecino miraba ya la debilidad del gobierno español en su colonia del desierto, ante la muerte de Francisco Franco.
Desde aquel año, la resistencia saharaui ha sido incesante, pero complicada, pues no cuentan con los insumos militares que sí tienen los marroquíes. Algo hay en el saharaui que no le permite ser libre: recursos, tiene son fosfatos, hidrocarburos, oro y zonas pesqueras en abundancia, un territorio rico repleto de gente pobre, de una nación que no puede decir que vive en un país, en un Estado.
Así podríamos continuar, en América Latina grupos como los mapuches, en Chile, han sido perseguidos, y si pensamos profundamente, en México seguro encontramos grupos sociales en condiciones muy difíciles. Los palestinos merecen paz y un territorio propio, sin muerte como Gaza y sin ocupación como Cisjordania, pero debemos reflexionar sobre los innumerables grupos sociales que son damnificados del sistema mundo moderno.