Todos los panistas son Christian
La manifestación de panistas hace unas semanas en la Cámara de Diputados de la Ciudad de México, enfundados en playeritas impresas con la leyenda “Todos somos Christian”, fue completamente innecesaria, porque aunque anden sin sus camisetitas, los ciudadanos sabemos de sobra quienes son ellos.
Ineptos, altaneros, estridentes y rateros, son parte de sus características comunes, que hemos constatado a través del tiempo, primero en el gobierno de Vicente Fox, luego viviendo un infierno durante el sexenio de Calderón; por cierto, ambos expresidentes convertidos en narcotraficantes. También padecimos con los desempeños que tuvieron en Tamaulipas al mando de un capo del crimen organizado, o con el infame gobierno de Guanajuato que tiene al Estado convertido en un cementerio, un enclave de impunidad, del consumo de drogas y de la muerte.
¿Y qué tal Chihuahua? donde la gobernadora se ocupa de firmar acuerdos ilegales con gobiernos de otros países para maltratar migrantes y mientras la violencia se recrudece, discretamente hace hasta lo imposible para que su amigo el exgobernador ladron salga de la cárcel.
Por su parte Querétaro tiene también lo suyo, ahí le están robando el agua a sus habitantes para hacer negocios con sus cómplices criminales de cuello blanco.
Claro que tampoco podemos dejar de lado a las alcaldías de la Ciudad de México, donde lograron colarse gracias a la manipulación de ciudadanos incautos y desorientados, que hoy están viviendo las consecuencias de su voto con personajes de antología como la sátrapa de Sandra Cuevas, o el capo de lo que queda del cartel inmobiliario, Santiago Taboada, o qué tal el líder del cártel de los cuchillos cebolleros, Mauricio Tabe, o la marquesa de los escalones chuecos, Lía Limón.
Y cómo olvidar las actitudes de sus senadoras Téllez, Gálvez y Kenia López comportándose en las sesiones como si se estuvieran cayendo de borrachas, o de sus diputados Creel, Gómez del Campo, Zavala, Triana y muchos otros que intentan argumentar torpemente mientras echan espuma por la boca y lumbre por el rabo. Y ahí le va otro inlolvidable, Ricardo Anaya, escondido en alguna alcantarilla estadounidense temblando de miedo, mientras no deja de chirimijear todos los lunes por internet sin atreverse a venir a México, no lo vayan a agarrar.
Hoy uno de sus modelos de actuación más puros, el ratero Christian Von Roehrich, está recién llegado al reclusorio norte, donde se unirá a sus 6 compañeritos de juegos que ya lo esperaban cuando supieron de su detención, mientras intentaba huir a los Estados Unidos disfrazado de indigente a través de la frontera de Tamaulipas, para evitar enfrentar los cargos confirmados por uno de sus empresarios cómplices convertido en testigo colaborador, quien personalmente le entregó 15 millones de pesos en sobornos y al que le mandó hacer trabajitos de construcción gratis para cobrarlos a través de empresas fantasmas.
Von Roehrich, este angelito que entre otras cosas autorizó la construcción de un edificio en la alcaldía que decía gobernar, que se derrumbó por deficiencias de construcción y donde murieron sus habitantes, sin importarle las consecuencias siempre que pudiera embolsarse unos cuantos pesos.
¡Pero cómo no va a ser decente!, si es güerito con apellido alemán, dirían muchos habitantes descerebrados de la alcaldía Benito Juárez, motivados por sus perversiones conceptuales. Pues aunque le resulte increíble es un panista bandido como la mayoría de ellos, nada más que a este ya lo alcanzó su pasado, como les va a suceder a todos ellos tarde que temprano.
No es necesario que nos recuerden que todos son Christian Von Roehrich, aunque es probable que muchos de ellos tengan mala memoria o lagunas mentales y ahora qué cayó en desgracia nieguen que lo conocen; en una de ésas hasta pueden decir con su habitual hipocresía, que él nunca fue panista.
Como sea ya los conocemos y muchos de nosotros ya los sufrimos; más bien esperamos verlos muy pronto reunidos con su correligionario modelo, el güerito este de apellido alemán, allá muy al norte de la ciudad de México.
Como dijo el guionista y director estadounidense Sidney Lumet: “Donde quiera que se encuentre el prejuicio, siempre nubla la verdad.”