El imposible regreso de la derecha
Bastó con que el presidente convocara a una marcha a fin de celebrar los logros de la 4ª Transformación en México para que más de un millón 200 mil mexicanos se reunieran en las calles de la capital acompañándolo hasta el zócalo.
A sólo 15 días de que la oligarquía había llamado a una movilización, en la que estuvieron presentes alrededor de 50 mil asistentes que fueron dejando la marcha hasta convertirse en 10 mil y luego en unos 700 al cierre del evento,en cambio la que convocó el presidente reunió a uno de cada 100 mexicanos en el mismo lugar donde antes se había desarrollado una caminata dedicada al odio, cuyo efecto fue aplastado con contundencia por la participación ciudadana.
Este solo hecho muestra la punta del iceberg sobre lo que está sucediendo en la vida pública de México. Es cierto que los oligarcas y todos los que forman parte de la estructura de privilegios derivados de la corrupción que ellos han promovido y operado durante décadas, incluye grandes fortunas que aceitan a los medios de propaganda, a los ejércitos de troles y bots y a los partidos políticos que los cobijaron, así como al poder judicial corrompido hasta la médula, que hace todo lo que puede para mantener girando la rueda de la impunidad.
Sin embargo hoy en día, el estado mexicano es mucho más que eso. El gobierno que encabeza la transformación del país cuenta con elementos lapidarios para contrarrestar los instrumentos que en otros países pueden cargar hacia la derecha el fiel de la balanza.
En los últimos 4 años se han hecho cambios de fondo en prácticamente todos los temas relevantes para la sociedad mexicana y el trabajo del gobierno no se detiene, continúa avanzando a una gran velocidad para terminar de armar los cimientos que permitirán alcanzar un nivel superior de desarrollo para todos. Si bien hay temas donde falta mucho por hacer aún, la mayoría de los asuntos prioritarios para los ciudadanos se ha venido atendiendo con celeridad y eficacia.
Uno de los cambios fundamentales en el funcionamiento virtuoso de la economía se da con los programas sociales, cuyos beneficios han sido elevados a rango constitucional, que implica el impulso al consumo a través del gasto de este dinero por parte de los mexicanos que lo reciben, en los negocios que detonan la distribución y manufactura de productos y servicios de toda índole, pasado por el beneficio de los habitantes convertidos en motores directos del libre mercado a favor de las empresas.
Por otro lado, las fuerzas del orden han sido reconvertidas para trabajar a favor de los habitantes, con un enfoque social que dejó de servir a los caprichos de un grupito de saqueadores corruptos. Los soldados, marinos y policías de la Guardia Nacional, se ocupan en cuidar a los ciudadanos, evitar el contrabando, detener a más de 7 mil delincuentes cada semana, construir aeropuertos, trenes, hospitales, presas y demás infraestructura necesaria para el desarrollo, distribuir vacunas y pensiones, formando parte de las fuerzas del pueblo y dejando de operar como guardia personal de los ladrones asociados con el crimen organizado desde el gobierno.
La estrategia de comunicación del gobierno, concentrada en las conferencias matutinas, se orientan a informar de los avances y acciones de la transformación, a exhibir la corrupción y el combate que se realiza sobre ella, a evidenciar la manipulación de los medios de propaganda que están al servicio de la delincuencia oligárquica con falsedades y tergiversación, a exponer públicamente a los jueces corruptos, a construir ciudadanía con principios y valores de actuación; en general, a contrarrestar el aparato infodémico de la derecha que en otras latitudes es tan efectivo para adoctrinar despistados, a falta de un mecanismo como este.
Todo lo anterior, aunado a la incompetencia de una oposición incapaz de entender el despertar de consciencia de los habitantes, hace imposible que la oligarquía corrupta pueda recuperar el control del gobierno y con él, la recuperación de sus privilegios que se alejan ante sus ojos desesperados sin que puedan hacer nada para evitarlo.
Como dijo el Benemérito de las Américas, Benito Juárez: “El triunfo de la reacción es moralmente imposible”.