El éxito de la consulta para la revocación de mandato al presidente López Obrador, ha caminado hasta el día de hoy, gracias a la perseverancia de un gobierno que intenta dejarnos como herencia, las garantías democráticas suficientes, para que en el futuro, la gente cuente con las herramientas suficientes, para decidir la vía que conviene seguir al país.
La revocación de mandato es piedra angular en esta visión vanguardista. Le da poder al pueblo, para acceder a una verdadera democracia participativa, en donde califica el desempeño de quien está al frente del gobierno de la nación.
Un buen presidente no tendrá problemas para concluir su mandato, cubriendo el sexenio completo al frente de su administración.
Por el contrario, un mandatario incompetente, será removido por el pueblo, a la mitad del trayecto.
Ésta es una victoria del pueblo y una fuente de preocupación para los grupos conservadores que sueñan con recuperar el poder en el corto plazo. Sueñan.
Si el distintivo innegable del gobierno de la Cuarta Transformación ha sido la honestidad, tanto en el presidente, como en su círculo más cercano, la corrupción es la marca a fuego, que identifica a los políticos y gobernantes reaccionarios.
Ellos han intentado frenar la consulta para la revocación de mandato, pues la sienten como una especie de espada de Damocles, pendiendo sobre sus cabezas.
¿Un presidente priista o panista honesto en tiempos neoliberales? Eso no se ha visto, ni se verá. Es como pedirle al buitre que abandone sus hábitos carroñeros.
Si en algún momento, los grupos reacciones lograran recuperar el poder nacional, el resurgimiento de la corrupción, adecuada a los nuevos tiempos, es segura.
Y el hecho de que la sociedad cuente con una garantía para revocarle el mandato a ese presidente deshonesto, es algo que limita la libertad de acción de quienes llegan al poder para obtener riquezas, con cargo al dinero del pueblo.
No es de extrañar que la gente de Claudio X González se encuentre en campaña abierta para tirar esta consulta. Ellos son quienes defienden los privilegios deshonestos que llegaron a sus manos por conducto de los peores presidentes de la historia del país, en tiempos recientes.
De ellos no se espera ni su participación en la consulta, ni respaldo alguno para la misma.
Lo mismo pasa con el periodismo servil, que forma parte del grupo de aspiracionistas que viven a la sombra de quienes cubren sus honorarios y llevan el estilo de vida que ellos admiran y ambicionan. Ni se intenta convencerlos, ni interesa que voten o dejen de hacerlo.
La consulta para la revocación de mandato, es un ejercicio inédito, dirigido específicamente al pueblo de México. Y al decir pueblo, hablamos de la gente de a pie. Del ciudadano común consiente, que no busca privilegios, dinero, puestos políticos, o beneficios de algún otro tipo.
Se trata de una consulta que debe hacerse hábito. Una consulta que nace hoy, para estarse repitiendo cada seis años. Porque si cada sexenio elegimos nuevo presidente, ahora tendremos la oportunidad de solicitar una revocación de mandato, a la mitad del periodo presidencial.
El juntar las firmas suficientes para solicitar la consulta, no fue problema mayor para una ciudadanía que está aprendiendo a moverse por cuenta propia, cuando es necesario.
No solo se alcanzó el número de firmas requeridas. Se triplicó el número de las mismas, para que no quedara duda alguna.
El gobierno de la Cuarta Transformación y el partido político Morena, brindaron el respaldo necesario a esa sociedad activa y comprometida con la democracia en el país.
Pero curiosamente, aunque esto ya no es sorpresa, las piedras en el camino para dificultar desde el inicio, la consulta de revocación, nacen del Instituto Nacional Electoral. Sobre todo, de los consejeros Lorenzo Córdova y Ciro Murayama.
En “tiempo de definiciones”, estos dos personajes, llegados al INE por “dedazo” de los entonces poderosos partidos políticos PRI y PAN, no han tenido inconveniente alguno para mostrar su rostro reaccionario, a través de sus acciones.
Pidieron cantidades millonarias para organizar la consulta. Acudieron a la Suprema Corte, señalando que estaban impedidos para realizarla, si no contaban con recursos adicionales. Descalificaron firmas de ciudadanos, intentando bajar el número de solicitantes al máximo. Han utilizado un discurso de corte conservador y defendido las banderas de los partidos opositores, con quienes mantienen una relación de intimidad, que no corresponde a la de un verdadero árbitro electoral.
Hoy vemos como intentan empobrecer los resultados de una consulta que nunca quisieron organizar.
El número de casillas que se instalarán es incierto, pero lo que sí es un hecho, es que no son las que marca la constitución.
La cantidad de boletas disponibles en cada casilla, no parece ser el suficiente para atender la demanda que tendrán los centros de votación. Hay testimonio de futuros funcionarios de casilla, a quienes se les ha informado que solo se contará con cien boletas en cada centro. Un número ridículo para dar atención a gente que llegará desde zonas alejadas a su domicilio, por no haberse una casilla más próxima.
La mordaza o censura por veda electoral, aplica para el INE, en quienes impulsan esta consulta y no para quienes la descalifican.
Vemos llamados a la no participación en todas partes, pero se sanciona a quienes invitan a la asistencia y al voto libre.
El día 10 de abril próximo tenemos una cita histórica.
Es la última votación en la que participa André Manuel López Obrador. No habrá otra en el futuro, donde aparezca su nombre. Es el cierre de una trayectoria democrática ejemplar.
Quienes lo hemos acompañado por décadas, con seguridad estaremos presentes, estén donde estén las casillas. Desde muy temprano para alcanzar boleta.
Que voten o no voten los viejos reaccionarios y sus seguidores, a nadie importa.
Pero el voto joven sí es importante. El futuro del país se construye actuando en los momentos definitorios. Y la consulta de revocación de mandato es una oportunidad democrática pacífica, para respaldar o condenar el trabajo del presidente.
Es la oportunidad de reencausar el rumbo del país, si la corrupción nos amenaza nuevamente y afecta a nuestras familias.
Unidos y votando, podemos echar abajo el plan destructivo del INE, para que la consulte fracase.
“La Libertad no se implora. Se conquista”, es una frase usada a menudo por López Obrador.
Vamos a conquistar la nuestra este 10 de abril.
Unidos contra el INE y demás corruptos que lo acompañan.
Que se den cuenta todos los corruptos ladrones:
El pueblo manda.
Malthus Gamba