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Si no es tiempo, que sea distancia
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Si no es tiempo, que sea distancia

Que el presidente mexicano quiera pausar las relaciones de nuestro país con España solamente indica una cosa: el aparato diplomático español está militando políticamente en contra de la reforma eléctrica, y el proceso de la Cuarta Transformación en general.

Andrés Manuel denuncia en sus declaraciones un “contubernio entre las cúpulas de México y España” durante los últimos tres sexenios, que consistió en que las transnacionales de matriz española tuvieron diferentes privilegios en los contratos otorgados por México. Ya el presidente de México ha criticado abiertamente la alianza del bloque neoliberal con empresas como OHL, Repsol e Iberdrola. Y en muchas de esas ocasiones el gobierno español ha respaldado públicamente a sus magnates.

No puede esperarse otra cosa. A pesar de que el gobierno español se adjudica la bandera de la izquierda, ni siquiera en España Pedro Sánchez ha podido frenar a estas empresas, que tienen al pueblo español sumido en una crisis de pobreza energética. El proyecto de la reforma eléctrica en nuestro país tiene movilizada a buena parte de la sociedad organizada y a las bases de morena, y es la prioridad en la agenda legislativa de la mayoría morenista.

Conforme avanzan tanto los foros del Parlamento Abierto como las asambleas informativas y deliberativas que organizan tanto morena como otras organizaciones – como el Frente Nacional en defensa de la Reforma Eléctrica -, las fuerzas conservadoras se ven acorraladas a sus reductos más firmes; el poder mediático, la – hasta ahora improductiva – oposición partidista, y las representaciones extranjeras. Cuando está derrotada, la derecha siempre ha apelado al poder extranjero, porque en última instancia la oposición mexicana es una pequeña embajada del capital transnacional.

Si no es tiempo, que sea distancia, pero el presidente de México debe – y lo hará – marcar límites a la corona española y a las transnacionales que se oponen a la Reforma Eléctrica, pues no estamos en la voluntad de aceptar ningún tipo de intervencionismo. Además, tanto España como Estados Unidos viven crisis internas que mantienen a buena parte de sus élites enfocadas al interior de sus fronteras.

En lugar de buscar injerir en los procesos internos de nuestro país, los españoles podrían trabajar en reducir su severa dependencia del gas ruso. Y los gringos podrían aprovechar su energía en detener mediante políticas sociales el inminente regreso – y posible consolidación – del trumpismo como fuerza política.

Rodrigo Guillot

Colaborador de la Coordinación Internacional del Instituto Nacional de Formación Política de morena

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