El problema de las pensiones en Francia y la reflexión para los mexicanos
Textos y Contextos
Por Miguel Alejandro Rivera.
@MiguelAleRivera
Volvemos a una idea recurrente: el “primer mundo no es perfecto”. Ya sea la inflación en Estados Unidos, la crisis económica en Reino Unido o el racismo que persiste en algunos sectores de Alemania, eso que llamamos Occidente se encuentra plagado de problemas sociales.
Esta semana se profundizaron las manifestaciones en Francia, donde la reforma al sistema de pensiones ha calado hondo en protestantes que causan disturbios, generan inestabilidad y ponen en entredicho el izquierdismo del presidente, Emmanuel Macron.
La nueva ley de pensiones elevaría la edad de jubilación de 62 a 64 años gradualmente para 2030. El aumento se llevará a cabo en base a incrementos de tres meses por año, comenzando en septiembre de 2023. Asimismo, los franceses deberán cotizar 43 años para obtener una pensión y no 42 años, como es con la actual legislación.
La resistencia a la nueva ley se tornó aún más fuerte después de que el 16 de marzo el gobierno forzara su aprobación sin pasar por la Asamblea Nacional, cámara baja del Parlamento, donde no tiene una mayoría absoluta, informó en su momento la BBC Mundo.
Según el mandatario, “esta reforma no es un lujo, no es un placer, es una necesidad”; además, indica que la medida es crucial para evitar el colapso del “generoso” sistema estatal de pensiones de Francia y para garantizar que los ciudadanos más jóvenes no asuman la carga de financiar a las generaciones mayores.
Una de las principales críticas a la reforma es que penaliza a las personas con empleos físicamente exigentes, ya que les resultará más difícil trabajar durante más tiempo.
Además, los denominados ‘trabajadores manuales’ suelen tener ingresos más bajos, lo que va unido a una menor esperanza de vida. Esto significa que, si un obrero se jubila a los 64 años, potencialmente, tendrá menos años para disfrutar de su jubilación con buena salud.
Las mujeres también afirman que se verán desproporcionadamente afectadas, ya que muchas interrumpen su carrera profesional para poder tener hijos. Esto suele ir seguido de un trabajo a tiempo parcial, lo que significa que pueden tardar más en alcanzar el número de tiempo de cotización necesario para tener acceso a una pensión completa. rescató en algunas entrevistas Euronews.
Sin embargo, es importante entender que las nuevas generaciones de pronto ya no tienen la formación, capacidad o incluso el ánimo de hacer trabajos manuales o de ejercer oficios que antes eran casi obligados para las personas que, por algún motivo, no tenían alguna carrera profesional.
Alargar la vida laboral de los trabajadores es garantizar un poco más de permanencia de esta mano de obra calificada que no se está preparando en las juventudes, las cuales, por ejemplo, buscan hacer dinero de las redes sociales, el streaming o plataformas incluso similares a OnlyFans.
El resto de las sociedades debe ser un espejo para la nuestra. En México, por ejemplo, el tema de las pensiones ha sido modificado casi sin importarle a gran parte de la población, sobre todo porque los jóvenes no tienen una cultura del retiro, pensar en el futuro, más aún porque en nuestro país mucha gente ni siquiera está considerada en los servicios de los trabajadores.
Durante el 2017 se reportó que seis de cada 10 mexicanos (56.1%) en edad de trabajar no han cotizado nunca en los órganos de seguridad social nacionales. El 21.6% cotizó alguna vez, pero después ya no lo hizo y solamente el 28.1% realizó aportaciones según la Encuesta Nacional de Empleo y Seguridad Social del Inegi.
Además, tomando en cuenta factores culturales, el mexicano, al menos hasta anteriores generaciones, está “educado para trabajar”, no existe en las clases medias bajas y bajas, las que predominan en nuestra sociedad, el disfrute del tiempo libre, por lo que quienes llegan a pensionarse buscan otros trabajos o ni siquiera disfrutan de su descanso, cayendo muchas veces en el alcoholismo o la depresión.
Lo que pasa en Francia debe hacernos reflexionar sobre el futuro en México, lo poco que se educa a los adultos mayores para ser felices sin producir bienes económicos y la necesidad de foros para estas personas, lugares donde puedan educarse, esparcirse, relacionarse entre sí y aprovechar su tercera edad. En Europa pelean por tener lo que a los mexicanos, muchas veces no sólo no les importa, si no que les incomoda.