Uno de los fenómenos evidentes en las últimas semanas, es la decantación de la prensa nacional.
Todos conocemos a determinados periodistas de corte conservador, que practican a diario un periodismo de confrontación hacia el gobierno del presidente López Obrador. Sabemos los nombres de estos comunicadores y tomamos precauciones cuando la belicosidad es superior al razonamiento. Pocos de estos periodistas soportan sus columnas o sus dichos en medios electrónicos, con argumentos comprobables. Generalmente descalifican al presidente y al gobierno de la Cuarta Transformación, usando datos falsos, verdades a medias, o mentiras descaradas que intentan hacer pasar por realidades.
Como dije antes, conocemos a estos periodistas desde hace tiempo. Pero hay otros que se han sumado a la lista de enemigos del proyecto de cambio que vive el país y que toman partido hacia la causa neoliberal, sin importar que con ello pierdan la imparcialidad periodística que defendieron por muchos años.
En forma individual, hemos visto como Julio Hernández “Astillero”, toma una posición de ataque en contra del actual gobierno, usando la epidemia de coronavirus como vehículo para descalificar toda acción emprendida por el gobierno mexicano.
Del mismo modo en que Pablo Hiriart, Raymundo Riva Palacio, Pascal Beltrán del Río y otros más, señalan que la estrategia que sigue el sector salud en nuestro país, no es la adecuada, Julio pierde objetividad al hablar de “número de pruebas”, “capacidad hospitalaria”, “cierre de fronteras” “cancelación de vuelos”, pretendiendo no entender la información que a diario, nos da la secretaría de salud, en voz del doctor Hugo López Gatell.
Las explicaciones técnicas y científicas que el doctor Gatell repite a diario, no son escuchadas por Julio y otros periodistas, que preferirían que México siguiera los pasos que adoptan para atender la pandemia de coronavirus, países como Italia y Estados Unidos.
Descalifican la estrategia nacional y ven en los métodos foráneos, la única vía para afrontar el contagio. No importa si hasta este momento, los mecanismos nacionales han dado buenos resultados. La fase uno de la epidemia, ha sido bien manejada por nuestro gobierno.
Julio Hernández no presenta argumentos sólidos. Su soporte único pudiera resumirse en la frase “así lo hacen en otros países y por lo tanto, es lo correcto”.
La realidad sobre su postura actual es otra. Julio está tomando una posición de golpeteo permanente al gobierno de la Cuarta Transformación y está en su derecho al quitarse por completo la máscara de imparcialidad. Ya hay una posición periodística clara y su audiencia lo nota.
Está por otra parte Carmen Aristegui, a quien millones de mexicanos en el pasado defendieron, precisamente por considerarla una periodista objetiva y verás. Cuando salió de MVS, por presiones del gobierno de Enrique Peña Nieto, fueron muchos los que la defendieron y protestaron por esta agresión gubernamental a la libertad de prensa.
Hoy esa Carmen Aristegui quedó en el pasado.
Su portal de noticias dejó desde hace un buen tiempo de ser un referente periodístico válido. Hay un claro posicionamiento conservador en la línea editorial de este programa. Se salvan pocos participantes en la emisión, como es el caso del doctor Lorenzo Meyer.
Las intervenciones de Denise Dresser son de ataque permanente a cualquier acción impulsada por el actual gobierno. Sergio Aguayo, defensor permanente de las Asociaciones Civiles, S. A. de C. V. del pasado, ha perdido objetividad y es otro de los golpeadores permanentes del gobierno del cambio.
Pero lo más importante es el uso de la mentira en la emisión de Carmen Aristegui. Hace unos días dio por buena una foto evidentemente trucada, en donde se intenta presentar al presidente López Obrador, mordiendo la mejilla de una menor, al momento de darle un beso.
El montaje fue denunciado inmediatamente y no prosperó la mentira. Con todo, Aristegui la presentó como hecho real, a sabiendas de que se trataba de un engaño. El portal de Aristegui no tiene el nivel de audiencia de otros años. Su credibilidad está a la baja y no disfruta de la confianza social de otros tiempos. Esta periodista ya definió la ruta que seguirá en adelante y eso hay que tenerlo presente.
En los periodistas con inclinación natural por el neoliberalismo, hemos visto como la mentira y el insulto hacia todo lo que suene a Cuarta Transformación, van en aumento.
La estrategia del gobierno para responder a la epidemia de coronavirus, no les parece. Quienes que se cierren fronteras y se aplique una suerte de Ley Marcial, en forma inmediata. En realidad quieren que el gobierno se vea incompetente y lo animan a que tome un rumbo equivocado.
Hace unos días, todos los comunicadores conservadores daban por cierta la muerte de un empresario mexicano, a consecuencia del coronavirus. Pretendían adjudicarle la calidad de “primer mártir” de la equivocada estrategia del gobierno. Y resultó noticia falsa. El empresario está en atención médica.
El día de ayer, Raymundo Riva Palacio, un enfermo que no puede renunciar a la mentira diaria, publicó una nota en la hablaba de una reunión entre autoridades estadounidenses y mexicanas sobre coronavirus, que terminó en gritos y descalificaciones hacia la parte mexicana.
Fue vergonzoso cómo el mismo embajador de los Estados Unidos, salió de inmediato a descalificar el infundio, respondiendo severamente a la mentira de Riva Palacio. En cuatro tuit lo puso en orden, señalando que esa reunión jamás existió y que lo escrito por Riva Palacio era vil mentira.
Yuriria Sierra llama “babosos” a quienes apoyan al gobierno de la Cuarta Transformación y en automático la despedazan las redes sociales.
Javier Risco, siendo periodista de segunda, ataca con “memes” al presidente, un día sí y el otro también.
Alejandro Páez Varela y su portal Sin Embargo, le dedican a diario encabezados amarillistas a todo lo que suene a Cuarta Transformación. Lo mismo está haciendo Proceso, donde hay un claro viraje a la derecha.
Son muchos los periodistas que trabajan actualmente como empleados a sueldo de los grupos conservadores. Se vuelven más agresivos conforme se acerca el tiempo de las elecciones intermedias. Se quitan las máscaras de imparcialidad en algunos casos, para asumirse como verdaderamente son.
El problema central que persigue este tipo de periodismo, nada tiene que ver con la crisis que vive el país por la pandemia mundial que enfrentamos. Tampoco por la caída del precio del barril de petróleo, ni con el caos económico que todo esto puede provocar.
Su único fin está centrado en las elecciones intermedias del año próximo.
Los problemas del país, son el pretexto que usan para golpear permanentemente al presidente López Obrador y al gobierno de la Cuarta Transformación.
Necesitan desgastarlo en el corto plazo, para tener alguna oportunidad en esas elecciones.
Debemos tener cuidado con la información que consumimos diariamente. Los antiguos periodistas y medios considerados objetivos, están cambiando de camiseta.
Cuidemos dónde y con quién nos informamos.
No le hagamos el juego a un neoliberalismo que lucha por regresar al poder en forma inmediata.
Eso es sumamente importante, en el momento que vivimos.
Malthus Gamba